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Foto del escritorIveth Serna

VOCARE

Cuando la propuesta de crear un nuevo medio informativo llegó a las oficinas de Comunicación para el Bienestar, lo recibimos con entusiasmo porque era nuestra oportunidad de regresar al periodismo profesional, pero también con las reservas que implica armar un nuevo proyecto editorial partiendo de cero.


La mayor sorpresa me la ha dado el equipo que hemos formado. Es maravilloso ver a becarios que apenas se van enterando de qué va la cosa, junto a periodistas veteranos, compartiendo y discutiendo ideas, pero no todo es creatividad (si es que existe), también está la profesionalización, se ponen a discusión los métodos, los enfoques, los tipos de redacción. Los más jóvenes aportan frescura e innovación (sobre todo tecnológica) y los más grandes comparten la mesura y experiencia que solo el tiempo y la calle dan a un reportero.


En este ejercicio de diálogo permanente, al que además se suman las visiones de otros perfiles como programadores, administradores, diseñadores y productores, no importa lo que se tenga que hacer, “nadie se raja”, como decimos en México, lo que nos ha hecho reflexionar, como decía Freire, en una de esas palabras verdaderas, que sólo se significan desde la reflexión y la vivencia; vocación.


Esta palabra proviene del latín “vocare” que acción de llamar y que se entiende como llamado hacia un determinado fin o destino. Es uno de esos conceptos que pueden conjugar las cosas del mundo espiritual con las del mundo material, por ejemplo, para Emmanuel Mounier (1936), la vocación es un principio creador; un descubrimiento progresivo de un principio espiritual de vida que no reduce lo que integra, sino que lo salva, lo realiza al recrearlo desde su interior, por lo tanto, es individual, inusurpable y debe ser construida y descubierta por quien elige y, aunque es un proceso individual, debe ser compartida de manera responsable y creativa.


Mientras que para Eduardo Spranger (1942), la profesión o el oficio es la objetivación de la vocación, es decir, la puesta en práctica de ese llamado, en el que las tendencias afectivas y socioculturales impregnan los actos a los que nos orientamos. Pero la cosa se complica cuando nos preguntamos cómo llega ese llamado a nuestra vida, sobre todo porque la presión para encontrar la vocación inicia en edades muy tempranas, entonces ¿se hace un test de orientación vocacional? ¿se toma un curso? ¿se revela en sueños? ¿se siente?


Al respecto hay muchos caminos y opiniones, unos más técnicos y otros más espirituales, sin embargo, hay que recordar que la orientación vocacional significa “por donde sale el sol”, partiendo de ahí y sin querer ser reduccionistas, la vocación es un estilo de vida, algo de lo que no te puedes desprender y que siempre está marcando el rumbo de tus días, no como una responsabilidad o un deber, sino como un impulso vital. Es el sol que sale por la mañana y nos muestra el horizonte al que caminamos con amor.


Como para el resto de las profesiones y oficios, el periodismo que, demás es una profesión y un oficio, es una forma de vida que estructura nuestros días, que nos da una forma particular de ver e interpretar el mundo con ciertos principios y valores. Algunos tendrán la suerte de identificar su vocación desde muy jóvenes, otros la encontrarán de forma casi accidental, muchos lo harán después de equivocarse de camino o en cierto momento perderán el oriente, mientras que, los más desdichados jamás la sabrán reconocer.


Así que no importa la edad o la profesión u oficio que se tenga, siempre valdrá la pena de detenerse un poco y observar por dónde nos sale el sol. ¡Que Dios reparta suerte!



REFERENCIAS


Mounier, E. 1936. Manifiesto al servicio del personalismo, 1936.


SPRANGER E. 1942. Schillers Geistesart, gespiegelt in seinen philosophischen Schriften und Gedichten; Berlín.


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