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Foto del escritorJosé Luis Flores Torres

SUICIDIO Y SISTEMAS INFORMATIVOS

Actualizado: 12 ago 2022

De acuerdo con el filósofo francés Albert Camus (1985, p.1) no hay más que un problema filosófico serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía. Así, desde el existencialismo, para Camus el suicidio es a la vez parte de la condición humana y la relación de esta con el absurdo caracterizado en este caso por el divorcio entre el hombre y su vida, entre el actor y su decorado.


Si revisamos las cifras al respecto publicadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2021), encontramos que en México el año pasado casi 8 mil personas decidieron quitarse la vida (poco menos de 22 al día), encontrando la cifra más alta de decesos en jóvenes de 18 a 29 años y alrededor del 5% de la población de más de 10 años ha pensado en quitarse la vida.


Respecto a la relación entre suicidio y sistemas informativos existen por lo menos dos perspectivas: la primera reconoce que, si bien los contenidos de los mass media llaman poderosamente la atención de la audiencia, no existe una evidencia empírica lo suficientemente sólida para establecer una conexión directa entre el suicidio y los medios.


Por el otro lado especialistas aseguran que, en términos generales, existe evidencia suficiente para sugerir que algunas formas de cubrimiento periodístico y televisivo real del suicidio están asociadas con un exceso en suicidios estadísticamente significativo; y que el impacto parece ser mayor entre la gente joven.


Respecto a la primera postura, de acuerdo a George Gebner (2009) la mayor parte de lo que sabemos, o creemos saber, nunca lo hemos experimentado personalmente. Vivimos en un mundo construido por las historias que escuchamos, vemos y contamos. Tal hecho resulta contundente ante la experiencia de la muerte ya que como lo señala Camus (1985) en realidad, no hay una experiencia de la muerte. En el sentido propio, no es experimentado sino lo que ha sido vivido y hecho consciente. Aquí lo más que puede hacerse es hablar de la experiencia de la muerte ajena.


Agrega Gebner (2009) que es una realidad que la violencia en la televisión es cool, rápida, indolora y frecuentemente espectacular y rara vez tiene consecuencias dolorosas. Vista desde esta perspectiva, el acto de la muerte, en muchos sentidos, ha sido banalizada en extremo por imágenes que la convierten en espectáculo lucrativo. Luces de colores en el cielo, espectaculares eran transmitidas por CNN en 1991 en directo al público global que desde la comodidad de su hogar era testigo del hecho violento. La guerra del Golfo Pérsico transmitida en tiempo real y la muerte que se escondía tras la fiesta luminosa.


En su estudio histórico sobre los efectos de la televisión en las personas si bien Gebner (2009) cuestiona la relación directa entre conducta violenta y el contacto con los medios, reconoce que en realidad la televisión cultiva ciertas creencias sobre la realidad que son mantenidas por los consumidores de los mass media pero los efectos son sutiles, a largo plazo y cognitivos. Señalar entonces a los sistemas informativos como responsables directos de la violencia en la vida real o incluso del suicidio suena hoy en día aventurado.


En relación a la segunda postura instancias como la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2000, p.6) apuntan a que uno de los muchos factores que pueden llevar a una persona vulnerable al suicidio es la publicidad sobre este tema en los medios de comunicación. Según tal perspectiva la forma como estos medios informan acerca de casos de suicidio puede influir en otros suicidios. Al respecto la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (2019), recomienda valorar el común criterio de psiquiatras y psicólogos que advierten de que las noticias sobre un suicidio atraen a otras potenciales personas con riesgo de suicidio.


En realidad, una postura sensata, tendría que hacernos tomar distancia de ambos enfoques y centrar la atención en reconocer que la responsabilidad de los sistemas informativos estaría en la manera en la que es presentado el acto suicida en sus contenidos. Generar audiencia, viewers, lectores a partir de un manejo amarillista y poco profesional del tema es una práctica más generalizada de lo que se cree, sobre todo si alguna figura pública es la protagonista.


Una primera idea al respecto lo representa la idea de la no negación. Es decir, el suicidio es un tema de primera importancia que debe ser abordado con todas sus implicaciones en las diferentes tribunas mediáticas de manera transdisciplinaria para que se aporten visiones complementarias, serias y datos confiables que acaso nos acerquen a tal realidad. que debe ser abordado con todas sus implicaciones en las diferentes tribunas mediáticas de manera transdisciplinaria para que se aporten visiones complementarias, serias y datos confiables que acaso nos acerquen a tal realidad.


Por ello organizaciones como la OMS y algunos pocos gobiernos y empresas informativas han propuesto formas para abordar periodísticamente tan delicado tema. Respecto a la construcción de la noticia la OMS recomienda evitar exageraciones, publicar imágenes de la víctima (en especial si se trata de menores de edad) y de la escena del suicidio o bien difundir el método empleado y la manera en la que se consiguió. De igual manera el propio documento propone no referirse al suicidio utilizando adjetivos calificativos o adelantando causas simplistas o únicas. De hecho, propone no utilizar la palabra suicidio hasta no tener la certeza de su existencia.


De igual manera, se plantea que la información proporcionada sea acompañada por datos y estadísticas correctamente interpretadas (prescindiendo de expresiones como ola de suicidios), proveniente de fuentes auténticas y confiables evitando comentarios espontáneos en vista de las presiones del tiempo.


Por último la misma instancia propone acompañar la noticia con una lista de servicios de salud mental y líneas telefónicas de ayuda disponibles con sus números telefónicos y direcciones actualizadas y ofrecer un mensaje de solidaridad a los sobrevivientes en momentos de profundo dolor.


Comprender las razones por las cuales se produce un suicidio no es una tarea de los profesionales de la información, mucho menos juzgarlo o adjetivarlo. Acercarse al hecho, desde la persona y no desde los números es un deber ético de los periodistas. La mejor arma en tal caso, es el sentido común y la utilización de un lenguaje que apunte al respeto y a la empatía y acaso a la construcción de un tipo particular de intersubjetividad que apunte hacia quien decide ya no estar.


REFERENCIAS

Camus, Albert. 1985. El mito de Sísifo. Madrid. Alianza Editorial.

Gebner, George. 2009. Television and it´s viewers. Cultivation Theory and Research. Cambridge University Press.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Recuperado de https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2021/Suicidios2021_Nal.pdf

Organización Mundial de la Salud, OMS. 2000. Prevención del suicidio. Un instrumento para profesionales de los medios de comunicación. Recuperado de: https://www.who.int/mental_health/ media/media_spanish.pdf







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