VIVIR EN LA INCERTIDUMBRE
- Claudia Pérez Flores
- 10 dic 2021
- 2 Min. de lectura
Entre un calor que quema y un viento frío, es como cerramos el último mes del año. Un 2021 por demás complejo ante los efectos de la pandemia por covid-19.
En ese contexto, las postales de la ciudad son similares a las de años anteriores. Árboles de navidad que viajan en el toldo de los automóviles, la flor de noche buena que adorna los camellones de la capital, luces de colores y el tráfico decembrino.
No obstante, este tiempo es un dilema porque, por un lado, se anhelan las reuniones y fiestas pero, por el otro, lo recomendable es ser cautelosos, seguir todas las medidas sanitarias y no bajar la guardia.
De hecho, hay personas que siguen al pie de la letra las medidas de higiene pero también pasa lo contrario y, a pesar de que la humanidad siempre ha vivido en un entorno de incertidumbre, existe una sensación de no saber hacia dónde camina el mundo.
Ese sentir se puede entender desde lo que plantea el ensayista, investigador y financiero Nassim Nicholas Taleb a través de lo que denomina como mediocristán y extremistán.
Para Nicholas (2018, p. 500, 502), el término mediocristán lo refiere a lo mediocre, con pocos éxitos o fracasos extremos en donde ninguna observación particular puede afectar significativamente al conglomerado. Extremistán por el contrario, es en donde una única observación influye en el total.
En otras palabras, mediocristán se refiere a la tiranía de lo colectivo, la rutina, lo obvio y lo predicho mientras que lo extremistán es el sometimiento a la tiranía de lo singular, lo accidental, lo imprevisto y lo no predicho.
El dato o lo preciso es importante en mediocristán porque permite tener “certeza”. Algunos ejemplos de ello son la altura, el peso, las calorías, los índices de mortalidad y el coeficiente intelectual. En extremistán las cosas están más sometidas a la aleatoriedad como la riqueza, los ingresos, el índice de la inflación, el precio de los productos o los mercados financieros.
Para el autor libanés, el mediocristán es fácil predecir a partir de lo que se ve y se extiende a lo que no se ve, se puede observar algo durante un rato y se puede llegar a saber qué pasó. En extremistán es difícil predecir a partir de información pasada y lleva mucho tiempo saber qué sucedió.
Extremistán causa incertidumbre porque no hay una respuesta inmediata o definitiva. Para Nicholas (2018, p. 27) “la incapacidad de predecir las rarezas implica la incapacidad de predecir el curso de la historia, dada la incidencia de estos sucesos en la dinámica de los acontecimientos”. Esto lleva a los seres humanos a vivir ansiedad y miedo a lo desconocido considerando que tendemos a buscar una respuesta a todo aunque hay cosas que no tienen explicación.
Entre el mediocristán y extremistán, la vida sigue su curso y se va modelando por lo que este diciembre no pasarán por alto las posadas, el ponche, la navidad y el año nuevo pero prevalecerá esa sensación de que algo cambió ¿qué cambió? no lo sabemos, es algo subjetivo, quizá el tiempo nos lo dirá o tal vez no.
Referencias
Nicholas Taleb, N. (2013). El Cisne Negro, el Impacto de lo altamente improbable. México: Paidós.
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