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José Luis Flores Torres
Pensar el mundo hoy en día, significa en muchos sentidos, concebirlo a partir de las tecnologías digitales, vislumbrando su correcta utilización, su pleno aprovechamiento y sobre todo reflexionando sobre el acceso que puede tener la gente a estas plataformas.
Para darnos una idea del alcance de Internet en México la Asociación de Internet Mx, señala que, al segundo trimestre de 2019, México alcanzaba un 71% de acceso a la red, con 79.1 millones de usuarios conectados.
Todo esto se traduce en que casi la tercera parte de la población está formalmente marginada del uso y aprovechamiento de Internet en México. Así es que, pensar lo valioso que puede ser el aprovechar las bondades de las herramientas digitales, tendría que pasar en primera instancia por el tema del acceso desigual que se tiene a esta tecnología.
No obstante, es un hecho que vivimos inmersos en lo que diversos autores llaman sociedad red, la cual según Manuel Castells es aquella cuya estructura social está compuesta de redes potenciadas de tecnologías de la información y de la comunicación basadas en la microelectrónica. Entendiendo por estructura social, aquellos acuerdos organizativos humanos en relación a la producción, el consumo, la reproducción, la experiencia y el poder, expresados mediante una comunicación significativa, codificada por la cultura.
En tal sentido podemos distinguir que, en esta forma de sociedad red descrita por Castells, los procesos involucrados en la conformación de las empresas, las instituciones y en general, la vida cotidiana de la gente se modifica incluyendo el papel que juega la comunicación en cada uno de los citados entornos.
De tal manera, aquí la pregunta sería qué tanto estos cambios generados por el advenimiento de la sociedad red han incidido de manera positiva en los niveles de vida de las personas en nuestro país. Un vistazo en las estadísticas podría arrojarnos luces sobre la manera en la que estas tecnologías son usadas por los mexicanos. De tal manera, la Asociación de Internet Mx señala que:
· En 2019 el tiempo promedio de uso de Internet fue de 8 horas con 20 minutos.
· Smartphone es el principal dispositivo para acceder a alguna red social ya que 9 de cada 10 internautas utilizan estos dispositivos.
· El acceso a las redes sociodigitales se significa como la principal actividad en línea, en donde ganan terreno actividades como compras en línea, escuchar música y la realización de gestiones con gobierno.
· 41% de los usuarios de internet solicitan transporte en línea.
· Comienza la consolidación del uso comercial de Internet, ya que el 34% de los usuarios de esta plataforma ya la usan para estos fines.
· El 92% de las personas conectadas a la red, utilizan los teléfonos inteligentes como principal dispositivo de conexión, seguido por la laptop con 76% y la computadora de gabinete con 48%.
Así, estos datos parecen confirmar que poco a poco se ha logrado consolidar la presencia de una cultura digital o convergencia cultural en México ya que por una parte, aquellos niños que nacieron cobijados por la tecnología digital (nativos digitales), hoy son jóvenes que empiezan a participar activamente en la vida económica del país y ocupan espacios sociales importantes y por la otra se solidifica la presencia de las tecnologías digitales frente a los media tradicionales, en especial frente a la televisión, que hoy tiene precisamente a Internet y a la televisión bajo demanda como una real competencia.
Así, podemos observar que Internet se ha convertido en un espacio en donde tanto quienes elaboran los mensajes como quienes los consumen se han encargado de ir poco a poco construyendo las características de esta cultura digital, generando su propio lenguaje, sus formas de contar historias, conectando con las novedosas expectativas y necesidades de las audiencias de este hipermedio.
No obstante, también es justo señalar que, a pesar de que los números parecen mostrar la consolidación de una cultura digital en México, quedan pendientes asuntos como el acceso desigual a esta tecnología y la falta de una regulación (y autorregulación) que coloque a la ética como columna vertebral de lo que se publica en las redes.
De igual manera es un hecho que prevalece el uso recreativo de esta tecnología lo cual, en gran medida demerita las capacidades que de por si poseen estas plataformas ya que bien gestionadas se pueden convertir en canales relativamente accesibles en los que incluso grupos sociales económicamente poco favorecidos (y marginados de los grandes medios), puedan generar formas de comunicación e interacción alternativas.
Vistas desde esta perspectiva las redes sociodigitales tendrían que pasar de ser meras herramientas tecnológicas para convertirse en espacios en donde se puedan constituir formas de comunicación y socialización incluyentes y participativas que sean aprovechadas por grupos y personas que al carecer de otros espacios hagan uso de estos entornos virtuales para forjar una suerte de trama de comunicación alternativa y participativa que derive a su vez en la posibilidad de generar acciones y redes de apoyo solidario y comunitario que puedan, a su vez convertirse en importante factor que permita a estos conglomerados resolver algunas de las dificultades que conlleva la vida en medio de la sociedad red.
El maestro José Luis Flores publica todos los martes en este medio.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, Maestro en Comunicación por la Universidad Iberoamericana y Doctorante en Investigación de la Comunicación por la Universidad Anáhuac México. Académico en la Facultad de Comunicación en la Universidad Anáhuac México.
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