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Foto del escritorJosé Luis Flores Torres

UCRANIA: LA MIRADA DESDE EL SLACTIVISMO

We play the game

With the bravery of being out of range

Roger Waters


El entorno de la política no solo se detiene en el mundo de los conceptos, teorías enfocadas en los asuntos fundamentales de la polis. Convertir la idea en acción requiere de actos, en los que se vean involucrados los diferentes sujetos que integran un entorno. Labores en las que los participantes establecen compromisos a diversos niveles con las causas que deciden apoyar.


La política es movilización que muchas veces se traduce en activismo en el que el ciudadano monitorea, compara, obtiene información y se involucra de manera más o menos profunda en actividades de diversa índole. Movimientos sociales que de manera fundamental y a lo largo de la historia han significado herramientas para el logro del cambio social.


La indignación global generada por la reciente incursión de Rusia en Ucrania, trajo reacciones de diversa índole que encontraron vía de salida en los medios digitales en donde pudimos ser testigos del despliegue de distintas maneras de visibilizar el enojo propiciado por el conflicto bélico. Reacciones que en la mayoría de los casos no traspasaron la frontera de la pantalla. Honrosas excepciones lo significaron los miles de ciudadanos que el fin de semana llenaron momentáneamente algunas plazas públicas europeas, para dejar sentir su ira y la esperanza de que todo tenga un cause no violento, además de las protestas llevadas a cabo fuera de las embajadas rusas en diversas partes del mundo.


No obstante en la mayoría de los casos no fue así. Es el slacktivismo que es el activismo político de sofá y también de teclado en donde deviene en clictivismo. Formas contemporáneas de (por así decirlo) hacer política en la era del life style movile, en la que los ciudadanos viven con el celular en la mano apoyando diversas causas, sin que ello implique un compromiso profundo que vaya más allá de un post, una foto o un hashtag.


Portales de Internet que recomiendan hashtags para hacer incrementar el número de seguidores en Twitter y Ticktok a quienes utilizaran #Ukraine (así en inglés), #UkraineWillResist, #UkraineRussiaWar #UkraineInvasion. Corrección política que llevó a youtuberos como Alex Tienda a movilizarse hasta el frente de batalla, sin tener idea de los peligros y responsabilidades que involucran el registro de información en una situación de guerra. Otros influencers intentan el análisis geopolítico del conflicto pero refiriéndose a Rusia como si fuera la Unión Soviética o avizorando una guerra fría, en un contexto postmoderno desideologizado.


Activismo social y político, que no lo es pues se estaciona en la comodidad de un sillón y una pantalla y porque desarrollan algunas características que lo deslegitiman. Por ejemplo en primera instancia, señala Howard Rheingold que la movilización colectiva desde Internet estaría encarnada por lo que llama multitudes inteligentes que (2002, p.18) “están formadas por personas capaces de actuar conjuntamente aunque no se conozcan. Los miembros de estos grupos cooperan de modos inconcebibles en otras épocas porque emplean sistemas informáticos y de telecomunicaciones muy novedosos que les permiten conectarse con otros sistemas del entorno, así como con los teléfonos de otras personas”.


En tal sentido, las protestas que emprenden los slactivistas, son esfuerzos, la mayoría individuales, que si bien se difunden en el entorno global gracias a la tecnología digital, no llega a constituirse como movimiento pues no concita los esfuerzos conjuntos y concretos, ni las formas de cooperación continuas y creativas fuera del entorno online.


Y esta es precisamente la segunda característica de este tipo de activismo que la anula y es que, según Manuel Castells (2012), lo que llama movimientos de indignación inician en las redes sociodigitales pero se convierten en movimientos al ocupar el espacio urbano, mediante la toma permanente de plazas públicas o por manifestaciones continuadas.


Enojo justificado desde luego por lo injusta de la incursión bélica rusa en territorio ajeno. Redes de indignación legitimadas por ejércitos de likes, de esos que hacen ganar simpatías, pero que poco apuestan en el sentido práctico por la construcción de un movimiento social de protesta global que trascienda los escenarios virtuales y que pase de la solidaridad con el pueblo ucraniano a la escenificación de redes de indignación global que rebasen las pantallas.


Slactivistas y clictivistas mediados en gran sentido por los trending topics pero que son selectivos con sus indignaciones, pues se mantuvieron ausentes en los conflictos en Afganistán y Palestina. Actividad inmovilizada, que no trasciende. El horror de la guerra, convertido en espectáculo que llega a las pantallas en tiempo real y sin restricciones.


Y es que más allá del conflicto europeo, hay un montón de temas dignos de protesta a todos niveles en México. Las desapariciones violentas, Ayotzinapa, el caso de los periodistas asesinados, etc. Momento para distinguir las pequeñas ucranias existentes en el país por las cuales vale la pena levantarse del sillón para protestar.


Desde la perspectiva del análisis periodístico, el tema de la incursión rusa en Ucrania es de tal importancia que requiere formas de abordaje serios y al mismo tiempo críticos. Tiempo para estar conmovidos, pero también atentos a la historia y a los diferentes matices que cobra tan complejo conflicto. En Comunicación para el Bienestar hemos sido claros en apostar por la resolución de los conflictos desde la paz, pero también desde la justicia. Paz que no tenga otro camino que la construcción del bienestar a partir de la autodeterminación de las naciones y de las personas.


REFERENCIAS


Castells. Manuel. 2012. Redes de Indignación y esperanza. Alianza Editorial, Madrid.

Rheingold, Howard. 2002. Multitudes Inteligentes. La próxima revolución social. Gedisa. Barcelona

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