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Foto del escritorClaudia Pérez Flores

SUBJETIVACIÓN Y CONTEXTUALIDAD

Es la avenida Obrero Mundial en la Ciudad de México. Los camellones con árboles y plantas son un alivio visual. Ahí, justo antes de llegar al semáforo que conecta con el eje 1 poniente, la estación del metrobús y Parque Delta (antes el estadio de béisbol) un joven de aproximadamente 26 años se acerca a los autos.


La primera impresión que da es que es un limpiaparabrisas, pero no, es un mimo, un hombre que tiene el cuerpo pintado de color plata, sólo los dientes, sus ojos cafés y su cabello negro sobresalen de esa luz que resplandece.


“El hombre de plata” se acerca, hace como que avienta una cubetada de agua al parabrisas pero en realidad es espuma en aerosol. Pequeñas gotas blancas que se diluyen en el aire y que provocan una sonrisa. Uno, cinco o hasta diez pesos es lo que algunos automovilistas le dan, otros observan, pero también hay quienes le avientan el auto.


Si bien esta ciudad está llena de contrastes, el respeto mutuo debería ser una premisa para una mejor convivencia. El respeto es la atención, la consideración, el miramiento y la deferencia que va más allá de lo discursivo, es práctico y forma parte de lo que nos constituye en los procesos de subjetivación y contextualidad.


Al respecto, Raúl Fornet Betancourt (2009, p. 11) desde una mirada intercultural destaca que, “no hay sujetos; hay más bien procesos de subjetivización” y esta subjetivización se va adquiriendo en la medida en que compartimos espacios, rituales, creencias de convivencia, que han sido ya subjetivizados.


El autor señala que en estos procesos no se trata de que las personas lleguen a las mismas conclusiones, ni de pensar de la misma manera porque la interculturalidad se trata de respetar las diferencias y convivir con ellas. La interculturalidad se logra en los procesos de subjetivización, tanto personales como colectivos y es una cualidad en la que vamos dejando de ser analfabetos de nosotros mismos y del contexto.


Para Fornet (2009, p. 25 ) cada quien adquiere una forma de ser y compartir subjetividad que es también mentalidad como un espacio que llega a crear cierta esfera interior. Es un espacio en el mundo y para el mundo. El filósofo cubano subraya que, la realidad es siempre un espacio compartido en donde el sujeto social para la vida cotidiana también tiene que estar enterado de lo que le pasa al otro y lo más importante, tomar consciencia.


Este último punto es fundamental para el respeto y la tolerancia porque de acuerdo con Fornet, “en una sociedad indiferente no se puede luchar por la justicia” una justicia que en México es urgente, necesaria y tendría que estar garantizada. Por lo que el autor señala que “el diálogo intercultural, no son las culturas en sí las que dialogan, sino un diálogo entre sujetos inclinados” (Fornet 2009, p. 25).


Las inclinaciones para el autor son los puntos fuertes y los puntos débiles en los que se describen prácticas culturales que sirven para buscar contrapesos que nos pueden llevar a comprender otras maneras de entender y estar en el mundo.


Finalmente, Fornet (2009, p. 33) precisa que “la interculturalidad ha caído de repente en estas cuestiones del folclor, de lo exótico, y las anécdotas que cuentan en los libros o textos sobre interculturalidad y que hacen hincapié en esa diferencia desde lo exótico, lo extraño y no tanto a veces desde la cotidianidad de los sujetos”, un día a día en el que te puedes encontrar y compartir intersubjetividad y contexto con el “hombre de plata” de Obrero Mundial.


Referencias


Fornet - Betancourt, R. (2009). Interculturalidad en procesos de subjetivización. México: Consorcio Intercultural.


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