SOBRE LA TOLERANCIA
- Claudia Pérez Flores
- 16 nov 2021
- 3 Min. de lectura
Para James Lull (2007, p. 172) “los Juegos Olímpicos representan la promesa de tolerancia y paz entre la diversidad de personas en el mundo”.
Lo que plantea el autor con este ejemplo es que las culturas convergen bajo reglas comprensivas que protegen los derechos de cada participante y con ello se demuestra que estos principios humanos pueden generar condiciones de libertad cultural entre las naciones para un desarrollo.
En ese sentido, en el marco del Día Internacional de la Tolerancia que se celebra este 16 de noviembre, es conveniente explorar algunas acepciones.
Para las Naciones Unidas (ONU, 2021) la tolerancia consiste en “el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos”. El organismo precisa que “la tolerancia no es lo mismo que concesión, condescendencia o indulgencia sino una actitud activa de reconocimiento a los derechos universales”.
Desde otra mirada, Slavoj Zizek (2007, p. 56, 57) señala que “El multiculturalismo es un racismo que ha vaciado su propia posición de todo contenido positivo (el multiculturalista no es directamente racista, por cuanto no contrapone al Otro los valores particulares de su cultura), pero, no obstante, mantiene esa posición en cuanto a privilegiado punto hueco de universalidad desde el que se puede apreciar (o despreciar) las otras culturas” y agrega que, “El respeto multicultural por la especificidad del Otro no es sino la afirmación de la propia superioridad”.
Entonces… ¿Hasta dónde ejercer la tolerancia? es el cuestionamiento al que Karl Popper (1945) se refería para señalar que, si una sociedad es ilimitadamente tolerante, su capacidad de ser tolerante finalmente será reducida o destruida por los intolerantes y para mantener una sociedad tolerante, la sociedad tiene que ser intolerante con la intolerancia.
Estos acercamientos sobre la tolerancia son una paradoja a la que se suma el contexto. Al respecto, Lull (2007) refiere que la posmodernidad y la globalización son detonadores de ansiedad que desembocan en una serie de conflictos que si bien siempre han existido ahora son más profundos, lo cual impide el desarrollo humano.
Dichos conflictos no sólo tiene que ver con ideologías o religiones que interactúan y delinean la cultura, los valores de algunos grupos y la regulación de prácticas sociales que promueven la identidad colectiva y personal, es decir, una seguridad de pertenencia sino con una actitud de inestimable arrogancia que la autoridad atañe a un dogma de razas como condición.
En ese sentido, tanto el nacionalismo como el fundamentalismo religioso se refuerzan. Además, en el mercado se crea una tiranía al pensar todo de manera global.
Por lo que, la tolerancia no sólo tiene que ver con el respeto o la aceptación a la diferencia de creencias o ideologías sino que debe ser una práctica cotidiana que desde la interacción mejore la calidad en la que se relacionan las personas en cualquier lugar del mundo.
A partir de este acercamiento con el Otro, la tolerancia se tendría que pensar también desde la secularización, es decir, desde un pensamiento o acción que pertenece a la vida, estado o costumbre ajeno a las prácticas religiosas y comerciales donde la comunicación es esencial.
Referencias
Lull, J. (2008). Culture on demand, Communication in a Crisis World. Blackwet Publishing.
Naciones Unidas. (9 de 11 de 2021). Naciones Unidas. Día internacional para la tolerancia: https://www.un.org/es/observances/tolerance-day
Popper, K. (1945). La sociedad abierta y sus enemigos. Epublibre.
Slavoj, Z. (2007). En defensa de la intolerancia. Sequitur.
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