SER-BORDER. JUGAR A ROMPERLO TODO
- Iveth Serna
- 25 nov 2021
- 4 Min. de lectura
Cuando Michael Foucault (2020) realizó el análisis de Las Meninas convirtió al observador en un ser inmaterial y lo retó a conservar esta condición si tiene la pretensión de que todos los secretos de la genialidad de Velázquez le sean revelados. Quien observa corre la suerte del funambulista que no solo debe mantenerse equilibrado en la fina cuerda del borde que separa el mundo cultural del mundo cognoscitivo, sino que debe mantener el ritmo pendular que le dejen estar y la vez no en ambos planos; fuera y dentro.
Por su parte, Noam Chomsky (2019) nos propone jugar al solitario en donde la creatividad que nos provee la naturaleza humana nos permite encontrar las reglas innatas que guiarán nuestro comportamiento social, intelectual e individual, cuando seamos capaces de descubrirlas entonces ganaremos el premio de vivir con otros y tomar nuestro lugar dentro de la pintura.
Para tratar de hacer un acercamiento a la comunicación para el bienestar es necesario jugar al juego del espectador funambulista y al mismo tiempo ser lo suficientemente creativos para no caer al vacío, pero incluso si lo hacemos, es necesario saber que debajo nuestro se extiende una red gelatinosa que transita entre las ideas y las cosas y que nos provee las reglas inconscientes con las que nos desarrollamos como seres sociales.
El reto, entonces, es mantener la conciencia y el equilibrio entre la propuesta de Foucault y la de Chomsky. Para comenzar debemos comprender que el marco de la pintura determina los límites del sistema normativo (epistemológico) en el que nos desarrollamos como seres sociales a través de la comunicación de todo tipo y que está sujeta a los dominios económico, político e intelectual.
Fuera del marco está el hombre cognoscente en constante ejercicio dialéctico pensamiento-lenguaje y que, aunque a Chomsky no le parezca así, es comunicación monologal a través de la cual nos estamos en constante y continua formación como seres pensantes y, al mismo tiempo, generamos habilidades para interactuar con el mundo social, el del interior del marco.
El problema es que nos veamos obligados a abandonar alguno de los dos espacios para desarrollar con plenitud la experiencia que nos ofrecen, porque corremos el riesgo de quedarnos de forma permanente en alguno de ellos, si nos quedamos dentro el sistema habrá ganado y nos convertiremos en el instrumento perfecto que adiciona, alimenta y reproduce los mismos marcos de dominación. Si, por el contrario, en algún momento nos encontramos imposibilitados para volver al interior del marco y nos quedamos en la red exterior la locura es el destino.
El sitio en el que proponemos que debemos situarnos para no sucumbir a ninguno de los dos peligros es mantenernos en la cuerda floja del marco, convertirnos en un “ser-border” que está es un estado dialéctico permanente entre el interior y el exterior, consiente de los límites y de la sujeción a ellos, pero también del estado de ejercicio cognoscente permanente; un estado de monólogo permanente aun cuando interactuamos con la vida social.
Aunque parezcan mundo separados, en realidad están soportados por la misma red de referencias culturales destinado a la reproducción y mejora del mismo sistema, pero nunca a su transformación, es por ello que todo intento de buscar en la comunicación o en sus procesos el camino para lograr la transformación del sistema de dominio y construir sociedades con menos sufrimiento (pobreza, guerra, conflicto, desordenes emocionales, etc.) quizá sea una tarea estéril.
¿Cuál es el camino entonces? Es la primera pregunta difícil de responder debido a que no conocemos ningún otro marco referencial, después de la caída del muro de Berlín ningún otro mundo fue posible, es debido a esta visión hegemónica que desde nuestra reflexión (también sujeta a este marco epistemológico) proponemos la ruta del Bienestar como una posibilidad y posibilidad entre, ojalá, muchas otras.
Esta propuesta implica una ruptura y transformación total de la episteme en la que nos desarrollamos (capitalismo, liberalismo, método científico) y formular otras con nuevos paradigmas políticos, económicos y de conocimiento, estos nuevos modelos tendrían que dejar atrás la idea del desarrollo sostenida en el ideal del éxito, por uno de comunidad donde el objetivo sea el bienestar personal y colectivo.
La Comunicación para el bienestar sería entonces pensar en común. A reserva de profundizar sobre esta idea en otro momento, esbozaremos aquí algunas generalidades, para ello debemos situarnos en la propuesta de Chomsky respecto a que la comunicación es una parte secundaria del lenguaje, entendiéndolo como una herramienta para el pensamiento, entonces, comunicamos el resultado de nuestro proceso de pensamiento que es posible gracias a lo que él llama lenguaje creativo, lo que quiere decir que nuestra capacidad biológica para el lenguaje nos permite la generación infinita de pensamiento.
Foucault refuta la idea del lenguaje creativo y de la naturaleza humana porque asegura que el pensamiento no es espontáneo ni infinito, sino que está limitado y condicionado por los conceptos de la episteme de su tiempo, la red epistemológica, por tanto, bajo esta idea, una persona no puede pensar en el bien común si las categorías de la episteme giran en torno a la satisfacción individual.
Entonces ¿cómo se logra un cambio epistemológico? Es la segunda pregunta y cuya respuesta se complejiza aún más que la primera porque sólo sería posible, como mencionamos antes, mediante una nueva episteme, nuevos marcos referenciales sobre los que asentemos nuestra formación cognoscente y social, pero siempre tendríamos que mantenernos en el borde.
La tercera pregunta es ¿cómo se logra cambiar una episteme? En este punto es donde damos un salto al vacío porque el desarrollo de nuestras investigaciones y reflexiones aún no nos proveen de elementos para poder contestarla, sin embargo, estamos en el camino de encontrar una luz en la obscuridad del océano de la complejidad humana, pero de eso se trata, si el camino fuera fácil el juego se pondría muy aburrido.
REFERENCIAS
Chomsky, N. (2019). ¿Qué clase de criaturas somos? Ariel.
Foucault, M. (2020) Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas. Siglo XXI.
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