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Los medios de comunicación dan las noticias un día tras otro, un mes tras otro, un año tras otro, con la atonía, con el conformismo y el discurso plano de lo que se cuenta como irremediable, cuando en realidad no lo es.
Adela Cortina
Por Eduardo Carrasco
Más allá de las filias y las fobias del psicoanálisis que corresponden al diván, la filósofa Adela Cortina introduce al concepto de la aporofobia, que ha trabajado desde finales de 1995, junto a José Antonio Marina entre otros, con la aproximación siguiente: Aporofobia: Dícese del odio, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el sin recursos, el desamparado; del griego a-poros: pobre, y fobéo: espantarse.
Reconociendo mérito a Los Nadies de Eduardo Galeano y habiendo diferenciado la aceptación de los extranjeros que invierten o que hacen turismo, Cortina destaca al sector de las personas migrantes, que son marginadas no por extranjeras, sino por pobres.
Con base en el trabajo de André Glucksman, agrega que el odio existe y que reside en quien odia, no en el objeto –diríamos sujeto- del odio; ante lo que agregamos que si bien el odio es aprendido, entonces podemos aprender a ver a la otredad como oportunidad y no como amenaza, también a la otredad partidista.
Por otro lado, en México la escolaridad promedio nacional es de secundaria trunca, mientras que la mitad de la población se encuentra en la economía informal, más el 20% en pobreza extrema; la aporofobia perjudica a México desde hace décadas y la pandemia se ha ensañado con este sector.
La misma autora reconoce que hay variadas formas de fobias sociales, como la homofobia, la misoginia y otras, como las religiosas; mención pertinente a propósito de los datos que presenta el censo 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI), donde indica que la Iglesia Católica, Apostólica, Romana ha decrecido por debajo del 80% de la población, mientras que el sector evangélico y protestante, así como el agnóstico y el ateo han crecido.
Si bien, Cortina menciona esas diferentes fobias públicas, pone énfasis en la aporofobia, subrayando la diferenciación de otras fobias, para destacar el riesgo que corre la democracia, a consecuencia de la discriminación de los sectores más vulnerables de la población; la exclusión de las personas pobres de la toma de decisiones públicas, a lo que agregamos su situación ante la pandemia.
Agrega que “los incidentes de odio se producen cuando hay constancia de un comportamiento de desprecio y maltrato a personas por pertenecer a un determinado colectivo”.
Un ejemplo claro es la compleja diversidad religiosa, que en los censos refleja clara movilidad, y que si bien ha generado conflictos indeseables, también ha habilitado espacios devocionales y especialmente de colaboración ecuménica e interreligiosa en favor de personas necesitadas, como las personas migrantes, los pueblos originarios, las familias en búsqueda de personas desaparecidas, las que claman justicia ante los feminicidios; las que defienden la tierra, el agua y el territorio; las niñas, niños y adolescentes, las personas de la comunidad LGBTTTIQ+, personas de la neurodiversidad, las discapacitadas y un largo etcétera.
En el escenario nacional inmediato surgen al menos dos indicadores que lucen como estratégicos para el bienestar de la población: la escolaridad, en sus aspectos cuantitativos y cualitativos, no sólo para la movilidad social, sino también para la armonización de la convivencia; así como la incorporación de la población marginada a la economía formal, entendida como la economía que reconoce y procura los derechos sociales como la salud, el esparcimiento, la pensión y la vivienda digna, entre otros.
En este sentido, proveer información oportuna, accesible y clara, fortalecería la democracia y beneficiaría no sólo a la población vulnerada, sino también la credibilidad de los medios de comunicación y las fuentes periodísticas confiables, especialmente ante la pandemia, la infodemia y las fake news, que ahora descalifican las vacunas por un manifiesto interés partidista en un año electoral.
Así, lo aparentemente irremediable del epígrafe, sería remediado con una labor periodística bien reporteada, clara y accesible para el sector precarizado de la población, de tal forma que le provea elementos para su mejor toma de decisiones y presentando vasos comunicantes entre los actores públicos, por encima de los contrapuntos y la confrontación, superando el sensacionalismo.
*04 de febrero de 2021, primera conmemoración del Día Internacional de la Fraternidad Humana
Eduardo Carrasco Gómez publica todos los jueves en este medio.
Eduardo A. Carrasco Gómez, teólogo y comunicólogo, profesor invitado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
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