La pobreza es una de las principales causas por la que las personas emigran después de la violencia. Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reportó hasta hace unos años que, el número de personas que vivían en situación de extrema pobreza había disminuido en un 36% en 1990 y hasta un 10% en 2015. Sin embargo, la crisis por COVID-19 ha puesto en riesgo décadas de progreso en la lucha contra la pobreza y las consecuencias económicas de la pandemia mundial podrían incrementar la pobreza en todo el mundo hasta llegar a afectar a 500 millones de personas más. Con este dato, sería la primera vez que la pobreza aumenta en todo el mundo en 30 años desde 1990.
Este escenario se torna más complejo para los países en desarrollo de donde proviene la mayoría de las personas migrantes que abandonan su país en búsqueda de mejores condiciones de vida. En México, la migración hacia los Estados Unidos es un proceso histórico que de acuerdo a Durand (2017) se remonta desde finales del siglo XIX cuando la oferta y la demanda de mano de obra surge entre países que comparten una vecindad geográfica y tienen ciertas características: un país rico en capital y pobre en mano de obra y otro a la inversa.
Esta configuración de la migración relativamente ha cambiado en los últimos años, tan solo de 2018 a la fecha, la migración en México es principalmente de los países del Triángulo Norte de Centroamérica conformados por Honduras, Guatemala y El Salvador. Estas migraciones se caracterizan por viajar en caravana y son el resultado de un Estado de Derecho fallido donde impera la violencia, la pobreza y la desigualdad. Al respecto, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estima que las pérdidas en 2020 de ingresos por la pandemia superan los 220,000 millones de dólares en los países en desarrollo y, que el 55% de la población mundial no tendrá protección social. Estas pérdidas afectarían a la educación, a los derechos humanos y, en los casos más graves, a la seguridad alimentaria y la nutrición básica, derechos que deberían estar garantizados con o sin pandemia.
En este escenario la ONU reconoce a la pandemia como la crisis de salud global que define nuestro tiempo y el mayor desafío enfrentado desde la Segunda Guerra Mundial. En lo que respecta a la migración centroamericana, si bien el flujo también es histórico, es significativa la migración masiva. La Oficina Regional para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) reportó que tan solo en octubre de 2018 salieron desde San Pedro Sula, Honduras aproximadamente 1,300 migrantes que se fueron sumando hasta llegar a la frontera con México 6,000 migrantes. En enero de 2021 el flujo migratorio continuó con una nueva caravana de miles de migrantes provenientes de Honduras repartidos en dos grupos de más de 6,000 personas, sin embargo, la caravana fue bloqueada por policías y militares de Guatemala quienes impidieron su avance hasta la frontera con México.
Estas caravanas las conforman familias completas donde los más vulnerables son los niños y las mujeres que en algunos casos son repatriados, detenidos y en otros, se quedan varados cerca de la frontera sur de México, en resguardo de algún albergue mientras que otros, se las ingenian para continuar su viaje por México. Quienes logran llegar a la frontera y tienen suerte, cruzarán y burlarán la Border Patrol. Paradójicamente ante la pandemia también se encuentran casos de migrantes que, estando en Estados Unidos deciden regresar a su lugar de origen ante la falta de empleo, el cierre de fronteras e incluso cuando el retorno en pandemia es para descansar en paz en la tierra que los vio nacer.
Los migrantes han sido uno de los grupos más vulnerables e invisibilizados de esta crisis sanitaria, no obstante, el envío de sus remesas sigue siendo el salvavidas para las familias y para los gobiernos de México y Centroamérica como una vía para garantizar el alimento. Por ello, la pandemia no solo es una crisis de salud sino una crisis de supervivencia que pone en vilo los programas oficiales para combatir la pobreza.
La ONU señala que los países de ingresos bajos y medianos, así como grupos vulnerables están soportando de manera desproporcionada los efectos socioeconómicos de la pandemia como parte de la mala distribución de la riqueza que ha abierto la brecha entre ricos cada vez más ricos y pobres en extrema pobreza, resultado de una desigualdad social que se profundizó con la COVID-19, la cual tendrá repercusiones en los próximos años al no tener acceso a la salud, al agua potable, a los alimentos básicos nutrimentales y al trabajo digno que influye en el bienestar. Ante tal complejidad, el financiamiento de proyectos alimentarios es una vía, sin embargo, se involucran otros aspectos como el desarrollo agrícola, la distribución de alimentos sanos y nutritivos, el acceso a la educación y la igualdad de género como un camino para enfrentar la pobreza.
Referencias
Durand, J. (2017). Historia Mínima de la Migración México - Estados Unidos. México: El Colegio de México.
Naciones Unidas. (10 de 08 de 2020). Obtenido de Departamento de Asuntos Económicos y Sociales: https://www.un.org/development/desa/es/
Naciones Unidas. (10 de 08 de 2021). Obtenido de Objetivos de Desarrollo Sostenible: https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/
Oficina Regional para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe. (10 de 08 de 2021). PNUD. Obtenido de https://rosanjose.iom.int/site/es/noticia/rep-blica-dominica-?page=19
Organización Internacional para las Migraciones. (9 de 8 de 2121). OIM. Obtenido de OIM: https://www.iom.int/es
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. (30 de 3 de 2020). PNDU. Obtenido de PNDU: https://www1.undp.org/content/undp/es/home/news-centre/news/2020/COVID19_Crisis_in_developing_countries_threatens_devastate_economies.html
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