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PERIODISMO DE FICCIÓN Y LA REVOLUCIÓN DE LA MEMORIA

Somos un centro de investigación y análisis de comunicación para la reflexión, discusión y generación de propuestas para el bienestar mediante la creación de conocimiento práctico que abone al diseño de mejores políticas públicas.


Por Iveth Serna

Seis años le tomó a Truman Capote escribir A sangre fría”, una de las primeras obras emblemáticas de la novela de no ficción o del periodismo novelado, un género híbrido entre la literatura y el periodismo; historias de gran impacto con estilo impecable.


A sangre fría relata el asesinato de una familia de un pueblo rural de Kansas, en Estados Unidos, Capote leyó la historia en un periódico y llamó tanto su atención que se trasladó al lugar para relatar, a su manera, lo sucedido. Fueron seis años en los que periodista realizó un intenso trabajo de investigación, redacción y corrección; horas de entrevistas y de revisión de documentos, el trabajo fue tan arduo que muchos lo acusaron de perder la objetividad y de relacionarse sentimentalmente con uno de los asesinos.


La obra se convirtió en un éxito de ventas y hasta hoy es un referente en las carreras de periodismo y literatura. Como periodista, a Capote se le puede cuestionar el hecho de haber perdido la objetividad, si es que ésta existe, pero también, se le debe reconocer la impecabilidad de su trabajo de investigación y técnica que se conjugaron en uno de los reportajes novelados más referenciados a nivel mundial.


Podríamos pensar que este nuevo género restaba habilidades periodísticas a quienes incursionaban en él argumentando una pretensión literaria, sin embargo, desde otro ángulo, los reporteros perfeccionaban sus técnicas de investigación, lo que los hacía capaces de identificar hasta los detalles más simples pero significativos de la historia, para después, enfrentar el reto de relatar con estética y apego al paradigma lasswelliano.


Este formato quizá podría restar oportunidad a la información, pero gana en seguimiento de la historia, lejos de ello, hay un tercer aspecto que rescatar y es el que da origen al hilo conductor de este texto; la temporalidad. Capote pudo haber puesto en peligro su objetividad, pero hoy día lo que se compromete no solo es la imparcialidad, sino la veracidad, la profundidad, el equilibrio, la presión y, sobre todo, el contexto.


Periodistas de microficción en varias entregas haciendo periodismo de encabezados o de bullets para aquellos con pretensiones más profundas, esclavos de la inmediatez, del click, del retuit, del trending ¿Estilo? Tanto como nos permitan 140 caracteres llenos de arrobas y hashtag, lo de hoy es el algoritmo ¡qué importa el contexto! ¿Investigar? Para qué si existe Google y Wikipedia. No hay tiempo para el periodismo, viralizar es lo hoy.


En su obra La lentitud, Milán Kundera nos ofrece una serie de relatos que trastocan la realidad posmoderna que pasa entre la velocidad y la lentitud, para él “el grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria y el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido”. La velocidad significa, entonces, la pérdida de la conciencia en sí mismo, mientras que la lentitud es descrita como la razón.


Memoria y olvido, en medio, los periodistas bailarines, aquellos que se dejan seducir por la promesa de la fama rápida, pero tan efímera que el timeline debe estar constantemente actualizado, periodistas de ficción que actúan ante una cámara en la que ficcionan y fraccionan historias, pero también, su propia apariencia.


¿Hay acaso una necesidad de hacer un llamado a levantarnos en plumas? ¿De llamar a la revolución del periodismo lento? Una revolución a golpe de historias sólidas y reposadas, relatos estéticos dónde la primera persona sea el lector y no el reportero; un periodismo de memoria.


Pero esta revolución atraviesa necesariamente por las empresas que gastan menos y ganan más haciendo periodismo de Instagram, a las que se debe exigir valorar el trabajo periodístico incluso como fuente de ingreso y prestigio, que den a sus reporteros tiempo y herramientas para hacer lo que saben y no tenga que ceder la perspectiva y la retrospectiva por la exigencia de producción a destajo. Medios de comunicación que no pretendan ser Twitter y reporteros que no sueñen con ser influencers.

 

Iveth Serna publica todos los sábados en este medio.

Periodista, maestranda en comunicación organizacional y diplomada en Marketing Digital.

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