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MIGRACIÓN, REDES Y COMUNIDAD

Somos un centro de investigación y análisis de comunicación para la reflexión, discusión y generación de propuestas para el bienestar mediante la creación de conocimiento práctico que abone al diseño de mejores políticas públicas.


José Luis Flores Torres


La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) define a un migrante como cualquier persona que se desplaza o se ha desplazado a través de una frontera internacional o dentro de un país, fuera de su lugar habitual de residencia independientemente de: 1) su situación jurídica; 2) el carácter voluntario o involuntario del desplazamiento; 3) las causas del desplazamiento; o 4) la duración de su estancia.

Por otra parte, si se hace una revisión de la historia de la humanidad, se puede percatar que la migración es tan antigua como ésta, motivo por el cual, se puede afirmar que este fenómeno es algo natural en la vida del hombre.

Esta manera de entender la migración involucra de tal manera razones que rebasan lo meramente económico o laboral. La migración, como se señalaba anteriormente involucra a personas que por distintas causas han tenido que desplazarse de su lugar de origen. Así, desplazamiento es movimiento, tránsito, interrupción de una cotidianidad que había brindado al migrante un espacio geográfico y simbólico de seguridad, en el que se desplegaban unas rutinas y un rol que dotaban de una lógica los haceres de esta persona.

En esa lógica, desplazamiento es separación, ruptura momentánea o permanente, pero no siempre definitiva. En tal sentido la migración tiene una lógica vinculada a dos acciones: desplazamiento y llegada. Pero no solo eso, puesto que todo lo que sucede en ese tránsito está cargado de elementos simbólicos, no solo geográficos. Y es que en medio se sitúa la frontera, como factor geopolítico que determina el inicio y fin de “algo”.

Así, la frontera es contradictoria por antonomasia, es límite entre dos demarcaciones, principio, fin y límite que desborda. Es real e imaginaria al mismo tiempo, resguardada pero porosa; espacio de conflicto en donde la lucha por los significados se transforma en hibridación e interculturalidad capaz de generar una forma de cultura; mezcla de dos (o más) entornos, pero diferentes ambos.

En suma, a partir de este enfoque, podemos señalar que el proceso migratorio es un fenómeno complejo, en el que se involucran factores diversos como el económico, el geopolítico, el laboral, el respeto a las libertades, la exclusión, la discriminación, la generación de capital social, la identidad y la construcción de redes de ayuda. Estas redes compuestas por familiares, amigos, conocidos o simplemente paisanos o coterráneos son fundamentales, no solo en el proceso de tránsito del lugar de origen al nuevo espacio territorial.

Estas redes, de hecho, son esenciales durante el proceso en el cual el migrante busca involucrarse en una dinámica social que momentáneamente le es ajena. Así, las redes se constituyen casi siempre a partir de una base de confianza, proporcionan apoyo, solidaridad, refugio, intimidad y sentido de identidad todo lo cual constituyen maneras en las que el capital social y los lazos identitarios se materializan para poder constituir un sentido de comunidad.

En tal sentido resulta fundamental tener claro que la migración desde un enfoque cultural, involucra a la comunicación, la interculturalidad y sobre todo a las herramientas que aportan las nuevas tecnologías digitales.

Esto último cobra importancia, cuando el contexto que rodea a la movilización de personas es del de un entorno global o sociedad red, altamente vinculado a las nuevas tecnologías de comunicación e información. Ya de por sí, la movilización de las personas significa en muchos sentidos un acto de comunicación intercultural, del cual se sirven para construir o vincularse con redes de personas que harán, a través de la interacción solidaria, menos complejo su tránsito.

Todo esto resulta fundamental para entender el fenómeno migratorio y la manera en la que se vive en la actualidad en donde muchos migrantes tienen hoy en día como herramienta fundamental a los medios de comunicación digital que posibilitan la generación de otro tipo de redes y comunidades en el entorno virtual, tal vez menos personales, pero potenciadas en cuanto a sus posibilidades y alcances.

Así, resulta imperativo subrayar que la migración dentro de la sociedad red, debe vincularse con una perspectiva de cultura amplia, capaz de dar cabida a un mundo altamente conectado y vinculado a las nuevas tecnologías digitales. Un concepto de cultura que apele a la hibridación, a lo intercultural y al amplio reconocimiento del(os) otro(os) que son los migrantes. Pasar de las ideas que sitúan al migrante como al “otro”, un extraño, que constituye como enfatiza Emanuel Levinas; el “no yo” y que percibe que, en él, se ve un peligro inminente.

 

El maestro José Luis Flores publica todos los martes en este medio.

Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, Maestro en Comunicación por la Universidad Iberoamericana y Doctorante en Investigación de la Comunicación por la Universidad Anáhuac México. Académico en la Facultad de Comunicación en la Universidad Anáhuac México.

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