Por Eduardo Carrasco Gómez
Ampliar las libertades implica esfuerzos conceptuales y operativos múltiples y complejos, tanto en lo privado como en lo público, lo que confronta a los partidarios de las diferentes comprensiones; esta situación podría asumirse con cierta normalidad, reconociendo que armonizar las diferencias es otro asunto.
Entre la cantidad y la calidad del actual debate público en México hay demasiadas aristas vigentes: democracia y autoritarismo, aborto y provida, feminismos y patriarcado, laicismo decimonónico ante otro para el siglo XXI, derechos humanos y justicia ante la corrupción y la delincuencia, desarrollo y bienestar, etcétera, etc.
En este contexto y como ha señalado claramente Flores Torres en este medio, la comunicación es poner en común, y tal parece que lo que se ha puesto en claro es que en México hay diversidad de posturas, conceptos y comprensiones, como dijo el poeta: somos mucho más que dos, de los cuales una clara mayoría expresó su decisión en las urnas en 2018.
Sectores académicos, políticos, económicos, artísticos y religiosos, entre muchos más, impulsan su cosmovisión personal o de grupo, con opiniones alternativas, o de plano disruptivas, derivando en enfrentamientos de pre-juicios más o menos viscerales, y otros más o menos elaborados.
Algunos sectores proponen fórmulas ya conocidas, como los pactos económicos multisectoriales inscritos en la fórmula de la mano invisible, que no ha sido más que una “mano negra”; otros pretenden imponer caprichosamente personajes a modo en posiciones clave, como se vio en el relevo del árbitro electoral federal, y otros más con ocurrencias groseras que se enfrentan mayoritariamente en las redes sociodigitales.
En medio de la actual crisis sanitaria global, hay denuncias carroñeras contra el médico que atiende una pandemia inédita, la cual día a día se va conociendo científicamente y que en consecuencia este conocimiento actualiza la manera de enfrentarla, pero también servidores públicos de diferentes niveles que usan todo tipo de información, incluyendo la de salud pública, con ánimo de obtener indebidamente algún beneficio partidista, electoral o económico.
Las posturas se politizan, polarizan y multiplican a la velocidad del ancho de banda con nocivos efectos cuantitativos y cualitativos, dejando en claro que lo único que se logra comunicar es que entre estos sectores hay muy poco, o casi nada, en común.
Se polariza accidental y deliberadamente, a tal grado que parece perderse el impulso fundamental de la ampliación de las libertades con base en el bienestar común, que puede y debe alcanzar al grueso de la población; sin bienestar común, las libertades propias estarán en peligro.
Incluso en la lógica de mercado es notorio que el apoyo financiero a la población beneficia en última instancia a las grandes empresas proveedoras de bienes y servicios, toda vez que es ahí donde va a dar el circulante; fortalecer el consumo interno beneficia a todas las partes, también a la clase empresarial.
Sin embargo, la polarización se enfatiza en la actual ágora pública que son los medios de comunicación tradicionales y sociodigitales, y que hasta la fecha también participan en la dinámica maniquea y la trampa de la velocidad informativa, con demerito de la calidad.
El periodismo profesional debe analizar la variable de la velocidad; por ejemplo, una declaración de tal o cual personaje público, puede ser vista literalmente por todo el mundo en tiempo real y reproducirla repetidamente, cuando y donde el público quiera; en este sentido ¿Qué le aporta el periodismo a la ciudadanía?
Acaso los medios todos nutren la polarización distorsionando la información, segmentando y descontextualizando alguna declaración, algún hecho o algún dato, cuando la realidad es mucho más compleja que lo que se puede ver y escuchar instantáneamente en una pantalla.
Los esfuerzos mediáticos del neo-círculo rojo enfrentan el trabajo de tierra del partido en el gobierno que fortalece su aceptación, y toda vez que las redes sociodigitales cuentan con un amplio número de productores, canales, plataformas y followers que reproducen mensajes, el tratamiento de la información presentada por los medios tradicionales es rápidamente cuestionada, e incluso descalificada.
La mediación puede ser el mérito o la miseria de todos los medios; en este sentido la mediación tiene la capacidad para construir y deconstruir la polarización, la comunicación y desde luego el bienestar común, con lo que implica para la ampliación de las libertades y el fortalecimiento de la equidad.
Poner en el horizonte la ampliación de las libertades, implica reconocer la también legitima ampliación de las libertades de la otredad, brindando oportunidad para la equidad y el bienestar común, asumiendo la complejidad de la pluralidad.
*Eduardo Carrasco Gómez, teólogo y licenciado en comunicación, profesor invitado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
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