Para Zygmunt Bauman (2003, p. 14) “la modernidad empieza cuando el espacio y el tiempo se separan de la práctica vital y entre sí, y pueden ser teorizados como categorías de estrategia y acción mutuamente independientes, cuando dejan de ser –como solían serlo en los siglos premodernos- aspectos entrelazados y apenas discernible de la experiencia viva, unidos por una relación de correspondencia estable y aparentemente vulnerable”.
Relación tiempo espacio que empezó a desincronizarse a partir de fenómenos como la aceleración que según Hartmut Rosa (2011. P.15), “es al mismo tiempo tecnológica y social e impacta en el ritmo de vida de las personas”. Todo esto sucedió a partir de la llamada revolución industrial, generándose a la vez que los procesos de producción propios del capitalismo industrial en donde la rapidez y la eficiencia se convirtieron en caldo de cultivo para esta vertiginosa forma de vivir.
Tiempo y espacio que hoy en día son asincrónicos e híbridos pues en ellos se transita con un pie en lo on y el otro en lo offline. Entornos en donde lo vital aparece rezagado en medio de una aceleración social en la que se supone que todo fluye a una velocidad que se asume imparable. Exigencias de una modernidad incomprensible pues solicita productividad pero en realidad son pocas las cosas que se llegan a concluir de manera plena. Procesos diversos que se suceden a mil por hora y que al mismo tiempo se prolongan de manera inacabable y descontrolada. El ensueño de la juventud eterna al fin alcanzado.
Agitación que parecía reproducirse en el hogar, en el contexto del confinamiento al que nos obligó la pandemia por Covid-19. Trabajo en casa, aulas virtuales y todos reducidos a cabezas parlantes, intentando establecer la comunicación o por lo menos contactos con alguien que suponemos se ubica del otro lado de la pantalla. Hogar que es territorio íntimo y que sin embargo tuvo que ser apropiado y expuesto en el entorno de lo académico y lo laboral.
Sentido del tiempo que se suponía veloz, pero que se colapsa frente a la paradoja que pone en un mismo escenario la sensación de aceleración social y las interminables jornadas académicas o de trabajo frente a la pantalla. Rapidez que se divide entre un entorno virtual y otro limitado por el encierro. Velocidad que ha dejado de tener sentido pues ya ha sido superada su función como herramienta de comunicación y reconocimiento. Aceleración que es poco propicia para generar las resonancias capaces de engendrar formas de comunicación profundas y significativas.
Y es que la resonancia se entiende solamente a partir de una estrecha relación que se construye entre sujeto-objeto (o sujeto-sujeto) en donde, de manera ideal, ambos se estimulan y retroalimentan a diversos niveles y por diversos medios, con la mira puesta en la construcción de la comunicación.
Posibilidad para la intersubjetividad que se diluye no solo por la aceleración y la ausencia de resonancia, sino, además, por la enorme cantidad de estímulos (poco útiles) generados por las bondades de las nuevas tecnologías. Estímulos potenciados en su capacidad de almacenaje y cobertura pero en el que los polos no son necesariamente dialogantes ni participativos.
Aceleración potenciada, pero sin resonancia. Oportunidad obstaculizada no sólo por los excesos de la tecnología, sino por la multiplicidad de crisis por las que atravesamos en la modernidad. Coeficiente de comunicabilidad que se detiene en el nivel de la información, que de manera torrencial se desparrama sobre lo digital.
Es lo virtual como un territorio de excesos, pletórico de narrativas. Universo de lo explícito, recargado de estímulos pero en donde no hay tiempo para la sorpresa. Multiverso streaming, podcast, plataformas de todo tipo, señales inabarcables, en un proceso tan basto que tampoco llega a concluirse. Crisis en el que abunda las relaciones fuera de cualquier sincronía y que acaso sólo podríamos aspirar a superar a partir de la reconstrucción de lo contemplativo.
REFERENCIAS
Bauman, Zygmunt. 2003. La modernidad líquida. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.
Rosa, Hartmut. 2011. Aceleración social: consecuencias éticas y políticas de una sociedad de alta velocidad desincronizada. Persona y Sociedad. Universidad Alberto Hurtado | Vol. XXV / 1
Comments