¿Qué harías en un mundo sin comunicación? Es claro que, desde una perspectiva contemporánea, resulta difícil entender cómo poder andar por la vida sin la capacidad para establecer contactos, relaciones, diálogos y un largo etcétera. Incluso, es más complejo imaginar la existencia de un entorno carente de formas de comunicación, con la cantidad de artilugios digitales que hoy en día nos permiten tener acceso a una cantidad enorme de información
Pero resulta paradójico que las formas de comunicación más básicas como hablar, escribir y leer, la mayoría de las veces, las pensamos como actos naturales, inherentes desde siempre en el ser humano y nunca reparamos en que constituyen en realidad tecnologías formales, inventadas por el hombre en algún momento en la historia de la humanidad, y que al igual que el cine, la televisión o Internet, tales innovaciones han evolucionado poco a poco
con el tiempo. Hablamos del desarrollo de la palabra; hablada, escrita y leída, que generó posibilidades, maneras de contar historias, reales o inventadas y sobre hizo más sencillo el desarrollo de formas de organización humana.
Al respecto Marshall McLuhan (1993, p.115) comenta que “el alfabeto fonético por sí solo es la tecnología que ha servido de medio para crear al hombre civilizado, los individuos separados se igualan ante un código legal escrito”. Esto es, la importancia de la evolución del lenguaje hablado, fue tan significativa que representó uno de los factores fundamentales que determinó que los seres humanos pudieran actuar mejor en conjunto creando formas de convivencia que llevaron con el tiempo a la constitución de sociedades cada vez más sólidas y organizadas.
Por esto McLuhan (1962, p.13) explica que “el hombre, ese animal que construye instrumentos, sea el lenguaje, la escritura o la radio, se ha dedicado desde hace mucho tiempo a ampliar uno u otro de sus órganos sensoriales”. Así, desde la perspectiva del teórico canadiense, muchos de los medios de comunicación que ha desarrollado el ser humano, en realidad no son más que instrumentos que permiten hacer más eficientes los actos de hablar, leer y escribir. Por ejemplo, la radio, posibilita que la voz, es decir las palabras convertidas en comunicación oral, pueda llegar a una gran cantidad de personas dispersas en el tiempo y en el espacio. No obstante, en esencia, la radiofonía no deja de constituir simplemente esa herramienta primaria que es el lenguaje hablado.
Donde hay dos seres humanos, habrá comunicación y como señala Walter Ong (1987, p.12) “la evolución (del lenguaje) ha llevado entre treinta y 50 mil años, en una carrera en la que Homero y la televisión pueden iluminarse recíprocamente”. No obstante esta relación entre la palabra escrita y la televisión no es tan sencilla, e implica numerosas formas de relación que solamente tienen sentido, si, como sucede con las civilizaciones actuales, estamos habituados a formas de comunicación complejas que se interrelacionan entre sí.
De hecho, el paso de la palabra hablada a la escrita significó todo un acontecimiento que impactó profundamente en la cultura y en la conciencia humana ya que la escritura se significó como una tecnología que reestructuró el pensamiento del hombre ya que, al mismo tiempo lo vincula a otras tecnologías (como la lectura, los sistemas de impresión, etc.). Explica Ong (1987, p.12) que, “el cambio de la oralidad a la escritura, y de ahí a la tecnología electrónica, han incidido en la cultura, en la sociedad, economía, política, religión, etc.”
Es decir, de alguna manera, podemos considerar que la comunicación está ubicada en el centro de esto que llamamos sociedad ya que, de hecho, es el factor que estaría posibilitando la existencia de los grupos humanos más o menos organizados y la menor o mayor eficiencia que tengan para organizarse. Por esto para Ong (1987), las formas de entender la realidad y de crear cultura, son diferentes en las comunidades que poseen oralidad y escritura a las que solamente poseen la palabra hablada. Ninguna mejor o peor que la otra, solamente distintas.
Trabajar, tener familia, sentir que pertenecemos a un país e identificarnos con su cultura, estar en posibilidad de generar conocimiento y arte, que podemos transmitir a futuras generaciones, se los debemos entonces simplemente al desarrollo de tecnologías que, con el tiempo, resultaron más trascendentes que ninguna otra (incluyendo Internet), es decir a la invención de la palabra hablada y escrita.
REFERENCIAS
Mc. Luhan Marshal. (1993). La comprensión de los medios como las extensiones del hombre. Ciudad de México. Ed. Diana.
Mc. Luhan Marshall. (1962). La galaxia Gutenberg. Ed. Lestrobe
Ong, Walter. (1987). Oralidad y Escritura. Tecnologías de la palabra. Ciudad de México. Fondo de Cultura Económica.
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