Para el autor John Fiske, el estudio de la comunicación debería empezar por definir (Fiske, 1984, p. XX) si acaso ¿se puede aplicar el término objeto de estudio a algo tan diverso y multifacético como la comunicación humana? Esto nos llevaría a considerar en primera instancia que cuando se habla de comunicación, no solamente estaríamos refiriéndonos al lenguaje hablado o escrito. De hecho, casi todo lo que nos rodea se puede considerar una forma de comunicar ideas o mensajes (aunque se haga de manera inconsciente), por ejemplo, la ropa que vestimos, la manera en la que hablamos, aquello que consumimos, etc.
Por esto podemos considerar que la pregunta que lanzó Fiske hace casi tres décadas, sigue resultando importante, pues, junto a la comunicación humana, aparecen mezclados aspectos relacionados a la economía, a la política, a la cultura, etc. que deberían ser tomados en cuenta al momento de investigar temas referentes a la comunicación. Entonces, el reto para los investigadores consiste en poder analizar estos fenómenos, no solamente desde la comunicación, pues resulta no solo incorrecto, sino insuficiente, para comprender a profundidad las implicaciones propias de tal fenómeno humano.
Por esto, Fiske (1984, p. XX) plantea que la comunicación, no es lo que desde la ciencia se entiende como un fenómeno de estudio formal, sino, más bien un tema de análisis amplio que puede ser abordado desde diferentes ciencias y disciplinas. Por esto propone entender que la comunicación es, en realidad, una puerta de entrada en la que tienen cabida miradas diversas que abarcan no solo disciplinas que pudieran parecer afines (como la sociología, la lingüística, la semiótica o la antropología), sino además ciencias duras (como la matemática, la medicina, la física), el arte (la literatura, la música, las artes visuales), la tecnología, los estudios sobre religión, etc.
Fiske (1984, p. XXI), define a la comunicación como la interacción social por medio de mensajes. Esto significa poner en el centro del fenómeno, no solo al sujeto y/o al objeto o tema que se aborde, sino a las relaciones que se construyen. La comunicación tendría que ser analizada entonces, no como una acción individual aislada, sino colectiva, y como un fenómeno que involucra a personas que se relacionan con un acto en el que el principal propósito es crear acuerdos, a partir de conocimientos propios y/o compartidos.
La comunicación sería algo más que un proceso de transmisión de mensajes que pone en contacto a por lo menos dos personas. La riqueza del concepto desde la perspectiva de Fiske, es que el acto comunicativo supera el ámbito particular de esta disciplina. Esto se refiere a que para entender plenamente lo que significa la comunicación desde la perspectiva de la interacción humana, requiere que los estudiosos del tema sean capaces de visualizar las diferentes modalidades que adquiere la comunicación como si fueran una puesta en escena, la mayoría de las veces colectiva, con roles establecidos y con referentes a veces falsos o verdaderos, pero legitimados o en la búsqueda de la legitimación.
Este acercamiento a la comunicación humana propone el análisis a partir de tres aspectos fundamentales: su estudio multidisciplinario, la existencia de audiencias activas y la interpretación no solo del decir, sino del hacer o de los haceres (los cuales, como se señalaba con anterioridad, también involucran lenguajes) de los individuos en la vida cotidiana. Por todo esto, se insiste en que la relación decir/hacer requiere un análisis no solo desde las ciencias de la comunicación, sobre todo si, como señala Michell de Certeau, (1996, p. XLII) lo cotidiano se inventa con mil maneras de cazar furtivamente.
Pero, lo importante en la invención de lo cotidiano, no es el engaño colectivo, la simulación, legitimada o no, sino las razones por las cuales se genera. Desde la perspectiva de Fiske, la interacción social, no solo estaría generando decires, sino haceres de tipo cultural y que se pueden vivir y observar en la vida cotidiana de las personas. El decir y el hacer, por lo tanto, estarían generando no solo maneras de poner en escena lenguajes, sino también prácticas culturales.
La construcción de la cultura estaría relacionada a la interacción que se genera en los actos comunicativos, los cuales se construyen y toman forma en los actos cotidianos de las personas, que como se señalaba con anterioridad, viven tal cotidianidad como una puesta en escena, compuesta por historias que transitan entre lo real y lo inventado, pero que tienen significado porque se refieren a una identidad construida o en proceso de construcción. Performances que involucran tradiciones, rituales, procedimientos, incorporados a la vida de los pueblos en algún momento. La historia, entonces, no solo la escriben los vencedores; sino también el hombre común y el colectivo.
De tal manera, la perspectiva conceptual de comunicación propuesta por Fiske, resulta fundamental, porque se centra en los vacíos teóricos y metodológicos de una disciplina referida no a objetos de estudio, sino a temas, a los cuales hay que aprender a mirar, no solo desde lo multidisciplinar, sino, sobre todo a partir de transitar por los caminos que han andado los actores.
REFERENCIAS
Fiske, John. (1984). Introducción al estudio de la comunicación. Editorial Norma. Bogotá
De Certeau, Michell. (1986). La invención de lo cotidiano. I. Artes de hacer. Universidad Iberoamericana e Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente. Ciudad de México
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