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Foto del escritorComunicación para el bienestar

LA COMUNICACIÓN ALTERNATIVA Y LAS REDES SOCIODIGITALES

Somos un centro de investigación y análisis de comunicación para la reflexión, discusión y generación de propuestas para el bienestar mediante la creación de conocimiento práctico que abone al diseño de mejores políticas públicas.

Por José Luis Flores Torres


Hay que cerrar las escuelas de comunicación y refundarlas

Antonio Pasquali


Para el teórico venezolano Antonio Pasquali, no cualquier fenómeno que suponga el intercambio de mensajes constituye en sí mismo un acto de comunicación. De acuerdo a Pasquali, para que el acto comunicativo se consiga, forzosamente debe involucrar un intercambio de mensajes, pero que sea dialéctico, en donde los polos sean dialogantes y puedan hacer reversible la dirección del flujo y poseer una simetría basada en la posesión del máximo coeficiente de comunicabilidad.


Es decir, lo que le estaría dando sentido al acto comunicativo, más allá del contenido de los mensajes y de la presencia de interlocutores, sería la riqueza del entorno que permite la construcción del proceso en el que se generaría la comunicación. Tal riqueza consistiría en la existencia de las condiciones desde donde se construirían los mensajes y en la disposición al diálogo que pudiera forjarse en tal intercambio. Así, lo que llama coeficiente de comunicabilidad, son justamente las mayores o menores condiciones existentes en el contexto para propiciar el diálogo.


Es decir, comunicación es interacción, que involucra a sujetos en disposición de retroalimentarse. Para ser precisos, el término retroalimentación, fue introducido a los estudios de comunicación por Norbert Weiner y se refiere, en forma general, a una situación en donde dos o más sistemas dinámicos se comunican, de tal manera que cada sistema influye en el otro y, por lo tanto, sus dinámicas están acopladas.


Así, para contextualizar la manera en la que Pasquali entiende a la comunicación, habría que tomar en consideración que tal reflexión constituía en realidad una crítica a la manera en la que los grandes corporativos de medios utilizaban de manera poco atinada el concepto medio de comunicación. Por ello, el teórico venezolano, propone que tales estructuras, sean llamadas sistemas informativos, ya que más allá de los aportes tecnológicos, los mal llamados medios masivos de comunicación, carecerían de la posibilidad de generar una atmósfera propicia al diálogo o al intercambio democrático de mensajes.


De esta manera, la dicotomía estaba puesta sobre la mesa: la comunicación y la información implicaban también la existencia de dos maneras de entender el fenómeno comunicativo: el primero a partir de una perspectiva alternativa de comunicación que competía con los sistemas de comunicación autoritarios, que informaban a modo, jugando el papel de lo que Louis Althusser llamaba aparatos ideológicos del estado, es decir instrumentos utilizados por las élites para reproducir las condiciones de producción.


Así, el enfoque de la comunicación alternativa buscaba en medio de la década perdida en América Latina (parte de los 70´s y los 80´s del siglo pasado) formas de comunicación creativas, comunitarias, centradas en la gente, que pasaran de los grandes corporativos que generaban contenidos centrados en una funcionalidad basada no en la calidad de sus producciones, sino en aspectos relacionados al rating, a la venta de sus espacios, en el consumo y en suma en los ingresos monetarios que estos medios podían generar.


De tal manera, Pasquali, pertenecía a la primera generación de estudiosos de la llamada Escuela Latinoamericana de Comunicación (ELAC), que no dejaba de analizar el papel de los medios desde una perspectiva por demás crítica. Por esto la presencia de autores como Luis Ramiro Beltrán, Juan Díaz Bordenave, José Marques de Melo, Daniel Prieto Castillo, Armand y Michelle Mattelart y el propio Pasquali, hablaban de intentar la “otra comunicación”, más allá de la búsqueda de resultados basados en el lucro.


El objetivo era darle la voz a los sin voz. Sacar el concepto de la comunicación de la lógica de los grandes corporativos, era necesario para intentar proyectos enfocados en satisfacer necesidades y problemáticas locales, democratizando el proceso comunicativo, para así buscar la democratización de la sociedad. Durante la década perdida entonces, se generaron proyectos de comunicación, como la radio comunitaria, el periodismo barrial, la comunicación agrícola, la comunicación para el desarrollo y los estudios de género y comunicación.


Se trataba de recurrir a los nanomedios, es decir medios de comunicación alternativos y populares, cortos en alcance y presupuesto, pero fundamentales en cuanto a que representaban canales de generación y distribución de contenidos alternos a los producidos por los medios hegemónicos, con contenidos novedosos y la participación de las audiencias en su elaboración.


Hoy de los nanomedios, pasamos a la nanotecnología, que ha hecho posible el advenimiento de formas de comunicación centradas en la micro tecnología. Se trata de Internet, redes sociodigitales, plataformas streaming, blogs y videoblogs, aplicaciones y demás artilugios que al principio se concebían como espacios de comunicación libre, participativa y democrática, pero que han devenido en modelos de negocio, que en no pocas ocasiones se acercan a lo que representaban los medios de comunicación hegemónicos.


En tal sentido, hoy también se hace necesario democratizar y ciudadanizar los espacios digitales. Es decir, más allá de la existencia de una brecha digital que margina a quienes no cuentan con acceso a Internet, el verdadero reto de una sociedad hipermediatizada, consiste en acceder a las bondades que ofrece Internet a partir de la responsabilidad de hacer un uso comprometido y creativo de la tecnología y en su caso publicar en un espacio que es compartido con la nación global.


La vigencia en la búsqueda de la comunicación alternativa entonces, aún suena pertinente en el entorno digital en donde la intención de constituir una sociedad de conocimiento o capitalismo cognitivo o la wikinomia (o la economía de las multitudes inteligentes) devino en diversas formas de comunicación hegemónica como la economía de datos o bien el capitalismo de vigilancia, entorno en donde la comunicación democrática, en realidad se tradujo en nuevos y eficientes panópticos que vigilan cada paso que damos en las redes sociodigitales y que creen saber todo de nosotros.


La Internet ciudadana, entonces se convierte en una necesidad que rebasa la esfera de lo comunicativo y que pasa por la educación, la inclusión social, la economía y el diseño de políticas públicas y de comunicación. El entorno virtual es entonces un espacio por conquistar ya que el coeficiente de comunicabilidad en las redes sociodigitales, sigue siendo bajo, con la diferencia de que hoy en día las plataformas digitales cuentan con amplias posibilidades de generar formas de comunicación e interacción participativas y creativas que pocas veces son aprovechadas.


Los polos dialogantes en Internet, solo se consiguen en entornos excepcionales, como las redes sociodigitales ciudadanas que sirvieron para enlazar a familiares, vecinos, pequeños negocios, alumnos y maestros en medio de una pandemia que ha hecho complejo el contacto humano en el entorno offline.


La comunicación alternativa en los medios digitales, en el escenario ideal, debería enfocar sus esfuerzos en generar el suficiente capital social (mediante formas de relación solidarias y participativas) que pongan por delante la generación de interacciones con sentido humano encaminadas a propiciar la transformación personal y social, en consonancia con el entorno natural y cultural, enfocadas además, en forjar una atmósfera en la que el acceso al bienestar sea una posibilidad al alcance de las personas y los grupos sociales, sea cual sea su condición.

 

José Luis Flores publica todos los martes en este medio.


Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, Maestro en Comunicación por la Universidad Iberoamericana y Doctorante en Investigación de la Comunicación por la Universidad Anáhuac México. Académico en la Facultad de Comunicación en la Universidad Anáhuac México.

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