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“Mientras los aliados iban a poder hacer las valijas y volver a casa después de Núremberg, nosotros en Sudáfrica teníamos que convivir unos con los otros”.
Desmond Tutu
Por Eduardo Carrasco Gómez
A principios del mes de julio de 1988 Francisco Xavier Ovando y Román Gil, colaboradores cercanos de Cuauhtémoc Cárdenas, fueron asesinados en vísperas de la elección presidencial que oficialmente dio el triunfo a Carlos Salinas de Gortari cuando se cayó o calló el sistema; llegó el terrible momento que Hannah Arendt describe en la banalidad del mal (1961) como “la solución final: matar”.
El tránsito de México a la democracia avanza lentamente con altas y bajas que pueden ser tejidas desde 1968, pasando por la guerra sucia, calificada por otros como terrorismo de estado y que también desató la violencia en 2018, como lo documenta Jenaro Villamil en el trabajo colectivo coordinado por Bernardo Barranco en AMLO y la tierra prometida (2018).
El entramado político y legal implementado al menos en las últimas tres décadas perfiló también una cultura de la corrupción que se normalizó, al grado de asumirse como una condena inevitable.
Hannah Arendt señala que contra el pueblo judío el nazi Eichmann “actuó, en todo momento, dentro de los límites impuestos por sus obligaciones de conciencia: se comportó en armonía con la norma general”.
Acaso las enseñanzas del nazismo y del apartheid podrían iluminar el proceso mexicano en múltiples aspectos; aunque también se vieron envueltos en sus respectivos contextos con todo lo que implicó, especialmente en el trabajo de los medios.
La misma filósofa Arendt se desempeñó como periodista para el New Yorker, reporteando el juicio contra Eichmann en Jerusalén y reconoce que durante el juicio, el fiscal era interrogado en conferencias de prensa ante la televisión, a la vez que la transmisión era interrumpida por anuncios comerciales.
Arendt señala que los periodistas llegaron a Jerusalén de los cuatro puntos cardinales para “contemplar un espectáculo sensacional”, aunque también reconoce que los jueces rehuían la luz pública.
Por su parte, Desmond Tutu en su libro Sin perdón no hay futuro (2012) señala que “los medios de comunicación jugaron un papel magnífico”, el interés por informar se privilegió por encima de cualquier otro aspecto.
Mientras tanto en el México contemporáneo se publicó de manera anónima en redes sociodigitales un video donde colaboradores de entonces legisladores reciben maletas de dinero en efectivo; también un expresidente sale a defender al crítico comentarista que hizo público otro video donde el hermano del actual presidente recibe un sobre con dinero, en el contexto del anuncio para realizar una consulta que decida si se enjuicia o no a expresidentes.
A su vez, una revista crítica del gobierno federal enfrenta la sanción del mismo gobierno por falsificación, con una multa que analistas califican como desproporcionada; otra revista despide a un grupo de colaboradores de opinión que simpatizan con el gobierno, a la vez que sale a la luz un libro que se había pospuesto por amenazas durante el gobierno del mismo expresidente, quien busca registrar un nuevo partido político, y que en su trámite de registro también ha sido sancionado por el instituto nacional electoral.
Acaso estemos ante un espectáculo sensacional, o bien los medios tradicionales y sociodigitales pudieran desempeñar un papel, sino magnifico, al menos serio.
Arendt indica que antes de llegar a la “solución final” los nazis tenían otras dos “soluciones” contra el pueblo judío, la expulsión del territorio, o el campo de concentración; para la causa de México valdría la pena tener presente el epígrafe de este texto, aclarando que tanto para la corrupción, como para la desaparición forzada, los feminicidios y el resto de delitos, la justicia no significa venganza y perdonar no significa impunidad.
Eduardo Carrasco Gómez publica todos los jueves en este medio.
Eduardo Carrasco Gómez es teólogo y licenciado en comunicación, profesor invitado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Foto: Hacia una comunicación eficaz de la ciencia.
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