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Por José Luis Flores Torres
Pensar Internet en la lógica que dio sentido a los enfoques conceptuales clásicos de los medios de comunicación masiva, tal vez hoy en día no sea suficiente para entender a plenitud los alcances de tales plataformas tecnológicas. Estamos tan acostumbrados a la lógica en la que opera el periodismo escrito, el cine, la radio y la televisión, que hoy en día, tanto usuarios como creadores de contenidos digitales, suelen conceptualizar Internet, con los mismos estándares con los que se percibe a los medios tradicionales.
Para empezar, habría que entender que la comunicación digital se estaría identificando conceptual e ideológicamente con los llamados social media, en donde los espacios virtuales de la web 2.0 estarían permitiendo, a partir de la tecnología que posee, no solo la generación, sino además el intercambio de contenido proveniente de todos los integrantes de la red.
Tal estructura a manera de red, estaría funcionando simbólicamente como si fuera una telaraña, tejida no por la tecnología digital, sino por personas que generan tal estructura a partir de enlaces o formas de interacción, que son en realidad intercambios de información a distancia y en tiempo real.
En tal caso, en el mundo offline, la red social (entendida como una forma de organización colectiva) estaría funcionando de una manera similar, con excepción de que, en las redes sociodigitales, el papel de la tecnología consistiría en potenciar la manera en la que se estarían generando tales formas de interacción. Así, para tener una idea más clara sobre la lógica bajo la cual operan hoy en día los social media, conviene analizar la manera en la que han evolucionado los conceptos tanto de participación como de red.
De esta manera en primera instancia cabría señalar que el sentido de participación en red, es un elemento fundamental que al mismo tiempo que provee identidad a los social media, los diferencía de los medios tradicionales en los cuales los roles de emisor y receptor, no solamente están perfectamente trazados, sino que confieren a quienes tienen la voz, de un sentido de poder, que en muchos casos se pone al servicio de los más diversos intereses (comerciales, políticos, ideológicos, económicos, etc.).
Así, la evolución tecnológica de internet, trajo consigo, nuevas formas de participación e involucramiento en el espacio virtual. No obstante, cabría señalar que tal evolución no solo fue tecnológica, sino conceptual. Es decir, al tiempo que la computadora fue masificándose, la relación hombre-computadora también cobró nuevas dimensiones.
Hoy en día, tal vez se nos olvida, que, durante décadas, las computadoras, no eran más que enormes máquinas capaces de procesar grandes cantidades de datos. Así, las formas de participación en red, serían inviables, si no se hubiera consolidado lo que JRC Licklider (considerado uno de los padres de Internet), llama simbiosis hombre-computadora, lo cual significaba que habría la necesidad de simplificar la interacción entre los ordenadores y los usuarios de los mismos.
Así, de ser pálidos espectadores de la pantalla televisiva, los usuarios aprendieron a ser cibernautas, capaces de circular por la super carretera de la información, con cierta lógica, facilidad y con posibilidades de participación todavía limitadas. Es decir, en un primer momento, el papel del usuario de internet, era más bien pasivo.
Tuvieron que pasar años y horas de navegación por la red para comprender que conexión y conectividad implica que los dispositivos no solamente permiten el enlace aparato-aparato, sino que, en realidad, lo que hay en medio es la posibilidad de construir relaciones humanas, personales, grupales, algunas de estas mediadas por la amistad (o por lo menos el sentido de compartir cosas en común) y otras por la necesidad de satisfacer determinados intereses.
Así, hoy tenemos usuarios con la posibilidad de ser además lo que se conoce como webactores; es decir colaboradores, generadores de contenido (y de valor) que entienden que Internet y las redes sociodigitales, son plataformas en donde se puede generar contenidos, pero también formas de relación. Así, como señalan Pisani y Piotet, lejos quedaron aquellos internautas un tanto pasivos que consumían sin reaccionar a la información que les proponían en los sitios elaborados por especialistas en el tema. Los usuarios actuales de la web proponen servicios, intercambian información, hacen comentarios, se implican, participan.
Pero, tal vez, lo más importante, en tal sentido, es que hoy en día el valor en los webactores, radica en que son quienes estarían generando la mayoría de los contenidos que aparecen publicados en la web. Así, plataformas como Wikipedia, YouTube, Spotify, Twitter, etc. se alimentan de contenido generado por usuarios que comprenden que el espíritu de la web es, por así decirlo, construir la red o tejer la telaraña de relaciones con hilos que apuntan (en dirección de ida y vuelta) a la generación de contactos reticulares que dan cabida tanto a formas de interacción como a modelos de negocio.
En tal sentido, también habría que agregar que el concepto de red, evolucionó hacia lo que se llama web o red semántica. Esto es, hoy en día no basta con que la red esté constituida, a partir de una simbiosis hombre-máquina y por formas de interacción que construyen todos los usuarios de Internet. Así, desde la creación del concepto World Wide Web, Tim Berners-Lee (inventor de la World Wide Web) fue consciente de la necesidad de que estas formas de relación (hombre-máquina y hombre-hombre) fueran relaciones significativas, inteligentes y capaces de adaptarse a las necesidades de los usuarios.
Así en su definición de web semántica Berners-Lee, establece que es la red, pero constituida con datos a los cuales se les asigna significado en el sentido de que un programa de ordenador pueda aprender lo bastante acerca de lo que quieren decir los datos antes de procesarlos. Esto es, la web semántica, constituye el futuro de las redes en donde se agrega un sentido significativo a los contenidos que se publican en Internet, permitiendo una mejor comprensión y organización gracias a la gestión de información y conocimiento que estarían realizando las propias computadoras.
Ahora bien, como señala Tim Berners Lee, la interactividad en Internet sería el proceso de hacer cosas o resolver problemas juntos. Tal frase, en muchos sentidos, constituye un modelo ideal de red, con formas de interacción ricas en capital social, capaces de suscitar la participación constante, convirtiendo el espacio virtual en redes de apoyo, tendientes a propiciar las acciones (en el entorno on y offline) que permitan a los usuarios impactar positivamente en sus condiciones de vida.
Tal modelo de Internet, vale la pena señalarlo, hoy en día parece aún lejano y en proceso de construcción, ya que lo que ahora mismo prevalece, son plataformas digitales que operan en realidad como estructuras de negocio, que hacen que las redes sociodigitales, en no pocos casos reproduzcan el modelo lineal de comunicación propio de los medios tradicionales. De igual manera, una cantidad importante de los contenidos publicados en el espacio virtual, apuestan por el entretenimiento baladí o por la generación de diversas modalidades de fake news o infodemias, poniendo su espacio y su poder (al igual que lo hacen los corporativos de medios tradicionales) al servicio del poder político, económico, ideológico, etc.
Es decir, para tener un modelo de red ideal, no basta con poseer las capacidades tecnológicas para generar formalmente una web semántica o un modelo de webactores constructores de contenidos, si tales narrativas no proponen una manera alternativa de percibir el entorno. Ser un webactor no significa ser un influencer (aunque algunos los sean), significa tener el valor y los recursos discursivos suficientes para plantarse frente a la cámara para construir formas alternativas de contar lo que sucede en el mundo. Ser creativo, no significa ser chistoso o carismático, es en el mejor de los casos, una responsabilidad fundamental de los webactores, si es que quieren generar historias que se aparten de los modelos comerciales y convencionales de percibir la realidad.
De nada sirve entonces un modelo de redes sociodigitales rico en artilugios tecnológicos, pero vacíos, porque estarían proponiendo el modelo de contenidos que han desarrollado por décadas los medios tradicionales. La web entonces, debe ser, en efecto semántica, pero en el sentido de generar modelos de significar la realidad desde lo solidario, dándole voz a los que nunca la han tenido, para así engendrar formas de comunicación y participación creativas, responsables, críticas y capaces de leer el entorno con una perspectiva que sirva para la construcción de la comunicación para el bienestar.
José Luis Flores publica todos los martes en este medio.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, Maestro en Comunicación por la Universidad Iberoamericana y Doctorante en Investigación de la Comunicación por la Universidad Anáhuac México. Académico en la Facultad de Comunicación en la Universidad Anáhuac México.
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