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HACIA UNA ÉTICA MUNDIAL: HANS KUNG

Somos un centro de investigación y análisis de comunicación para la reflexión, discusión y generación de propuestas para el bienestar mediante la creación de conocimiento práctico que abone al diseño de mejores políticas públicas.


¿Qué objetivos tienen sentido, qué valores son aptos para el consenso, qué convicciones pueden establecerse con fundamento?

Hans Küng


Por Eduardo Carrasco


El pasado 6 de abril falleció el teólogo Hans Küng a los 93 años de edad, quien reconociera que nos encontramos ante una constelación posteurocéntrica, una política postcolonialista y postimperialista, una economía postcapitalista y postsocialista; el ascenso de una sociedad postindustrial, se perfila un sistema postpatriarcal, nos movemos hacia una orientación postideológica, se prepara un mundo postconfesional e interreligioso.


Agregaba que el cambio de paradigma implica también el cambio de valores hacia una ciencia éticamente responsable, una tecnología al servicio de una persona más humana, de una industria de acuerdo con la naturaleza, de una democracia que garantice la libertad y la justicia.


Ante las tendencias de la homologación globalizante, decía Kung, se manifiestan contra-orientaciones y contra-tendencias, hacia una autonomía cultural, lingüística y religiosa, acaso un nuevo consenso social básico.


Küng, denunciaba el consumismo, el hedonismo y el materialismo como efectos nocivos de la democracia occidental, en oposición a los valores de libertad, pluralismo y tolerancia; el cambio epocal de paradigma debe superarse, según Küng, afirmando su sentido humano, negando sus aspectos de inhumanidad y trascendiendo en una nueva síntesis diferenciada y holístico-pluralista.


En otras palabras, necesitamos reflexionar sobre el talante ético, sobre los valores y las normas que han de regir nuestros proyectos y acciones; el reto se dirige en primer lugar a la persona concreta ¿Por qué debe la persona comportarse de un modo verdaderamente humano? Más allá de una moralización autosuficiente, sino más bien en una reflexión autocrítica.


Así, el consenso debe irse produciendo constantemente de manera dinámica, un consenso básico sobre un diálogo renovado, con la voluntad común de resolver los conflictos sociales sin empleo de la fuerza; con vínculos que no sean cadenas, sino algo que suponga ayuda y protección.


En este contexto y tras haber caminado respectiva y recientemente con familiares en búsqueda de personas desaparecidas, con migrantes y con familias desplazadas por la inseguridad, tal parece que las respuestas que estos sectores necesitan evidencian la necesidad de la autocritica personal y comunitaria, evaluando qué adeudamos como sociedad a las víctimas del sistema depredador.


La ética mundial que sugiere el pensador alemán, tiene implicaciones locales, inmediatas y concretas, a las que frecuentemente damos la espalda, por lo que su planteamiento acerca de la autocrítica para que cada persona sea más plenamente humana tiene pertinencia y relevancia.


El asidero sugerido para la crisis alumbrada por el cambio de época, tiene respuesta en la orientación fundamental ética, particularmente ante la paradoja de la superinformación y la desinformación. La finalidad ética para el tercer milenio propuesta por Küng con respecto al futuro, es la responsabilidad planetaria.


Más allá del éxito, que deriva en maquiavelismo, la responsabilidad de la comunidad global es con respecto a su propio futuro, desde su ámbito común. La persona ha de ser más de lo que es, ha de ser más humana, de una forma totalmente nueva.


La individualidad no puede desvincularse de la responsabilidad personal y de la responsabilidad ante el mundo, de la responsabilidad por el prójimo, por la sociedad y por la naturaleza; es decir, identidad y solidaridad; la persona como finalidad y criterio decisivos; la organización y los sistemas en función de la persona y no al revés.


La ética, que se consideró cosa privada, vuelve a convertirse en asunto público de primer orden; luego, sin un talante ético mundial, tampoco habrá un orden mundial.

 

Eduardo Carrasco Gómez publica todos los jueves en este medio.


Eduardo A. Carrasco Gómez, teólogo y comunicólogo, profesor invitado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.


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