“Salgan de Saigón y entren en Selma”, “retiro incondicional de las tropas americanas de Vietnam”, “se busca por homicidio” y “paz, no pacificación”, son algunas de las pancartas que se aprecian al inicio de la película Miedo y asco en las Vegas (1998) de Hunter S. Thompson.
La narrativa de este celuloide es una extensión del periodismo gonzo, un subgénero periodístico que inició en los años 60´s y que se clasificó como parte de la corriente del nuevo periodismo. Para Tom Wolfe (1973) el llamado nuevo periodismo se escuchaba hacia finales de 1965 y a pesar de que nunca le gustó esa etiqueta, lo cierto es que representó un movimiento periodístico y literario que sigue vigente.
Al respecto, son varios los autores que han utilizado el estilo del periodismo gonzo y el concepto de nuevo periodismo, sin embargo, los más recordados por la adaptación de sus libros a películas son posiblemente Truman Capote con su novela A sangre fría (1966) y el propio Hunter S. Thompson con sus innumerables obras.
Lo que caracteriza al periodismo gonzo, es el abordaje directo del objeto (la noticia) llegando hasta el punto de influir en ella. En este subgénero la narrativa es en primera persona, se utilizan las experiencias personales para alcanzar una representación adecuada de la realidad. Además, se elimina la división entre el sujeto, objeto, no ficción, entre la objetividad y la subjetividad.
En este estilo, el periodista es parte de la historia. Es un actor que imprime importancia al contexto atendiendo una realidad compleja que comprende prácticas cotidianas a nivel grupal, colectivo e individual en un espacio público y privado. Sin proponérselo, Hunter S. Thompson convirtió al periodismo gonzo en una escuela. En diversas entrevistas el escritor explica que su escritura empezaba por el final, luego el principio y después trataba de entender todo lo que se suponía que iba en medio.
Su técnica se replica en el periodismo con algunas variantes en lo online y en ocasiones choca con la estructura del periodismo tradicional que sugiere el rigor desde una estructura piramidal que con el tiempo se ha transformado en lo que se conoce como la pirámide invertida que se compone por la entrada o lead, que busca llamar la atención del lector y responde al ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? y ¿Por qué? El desarrollo, que ahonda en el tema y el remate o conclusión que brinda información complementaria.
Sobre su peculiar estilo, P. J. O´Rourke como parte del XXV aniversario de la revista Rolling Stone, el 25 de noviembre de 1987 entrevistó a Hunter S. Thompson y le preguntó si el periodismo gonzo era más ficción que verdad, a lo que Thompson respondió “soy un gran fan de la realidad. La realidad es más fácil. Y más extraña. Y más divertida. No todo el tiempo, pero puedes confiar en la verdad. No puedes confiar en una historia inventada, porque entonces empiezas a preguntarte si es buena o divertida o correcta […]” p. (199)
Sobre la mezcla de la objetividad y la subjetividad en el estilo, éstas son válidas porque permiten comprender procesos sociales complejos, rápidos y cambiantes. Este subgénero es abierto y flexible, el periodista interactúa de forma dialéctica para transformar un conocimiento en representación colectiva. Esta representación a su vez modifica lo social y de ahí la importancia de que el periodista se sumerja en la realidad, es decir, “se ensucie las botas”.
El periodismo gonzo también muestra el “lado oscuro”, lo hizo al descubrir la falsedad del sueño americano tendencia que más tarde se replicó en coyunturas latinoamericanas de la década de los 90`s. Es por eso que, el también escritor de Los ángeles del infierno (1967) y La gran caza del tiburón (1979) es un referente en el periodismo porque incluso lo fantástico o lo subjetivo tiene una base sólida de la realidad.
Como colofón, Hunter. S. Thompson es el único autor que tiene dos artículos en el libro de Tom Wolfe sobre el nuevo periodismo.
Referencias
Hunter S., T. (2018). Antigua sabiduría Gonzo. México: Sexto Piso.
Wolfe, T. (1973). El nuevo periodismo. Barcelona: Anagrama.
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