EL DOGMA ¿FALSO? DE LA COMUNICACIÓN
- Iveth Serna
- 18 nov 2021
- 4 Min. de lectura
Cuando hablamos de comunicación pensamos en el lenguaje como una herramienta, entre muchas, que permite la estructuración, codificación y decodificación de mensajes que se transmitirán mediante formas sensomotoras a por lo menos un interlocutor.
Desde este punto de vista y aunque el paradigma de Laswell (1948) esté aparentemente rebasado, los estudiosos de la comunicación, seguimos colocando al lenguaje en una posición subordinada al acto comunicativo relacionada a la tarea signo-significado (codificación-decodificación).
Por otro lado, desde la experiencia latinoamericana y en menor medida de la mexicana, para definir comunicación se apela a idea-tendencia político-epistemológica de la construcción de un mundo social común, por lo que recurrimos al significado etimológico de “communicare” que se traduce como “poner el común” y que es la propuesta que más hemos hecho del término desde Comunicación para el Bienestar.
Desde esta posición lo que se pone en común son mensajes, entonces, el lenguaje también es una herramienta subordinada a la acción “comunicar” que permite la interacción consensual comunitaria. Pero qué pasa si estos paradigmas son erróneos y los hemos utilizado para tratar de legitimar a la comunicación como una ciencia ¿qué pasaría si la comunicación fuera una herramienta o una consecuencia del lenguaje?
Para Noam Chomsky (2019), el lenguaje es una propiedad biológica exclusiva de los humanos que nos permite emitir significados con sonido y lo define como “una gramática generativa” de esta manera, cada lengua está constituida por lo una “Propiedad Básica” compuesta por dos interfases; el lenguaje I y un lenguaje E (p. 28).
El lenguaje I es una herramienta del pensamiento, es decir, es un proceso individual, interno e intencional cuya posibilidad tienen que ver con factores biológicos de la mente/cerebro. El pensamiento infinito, entonces, se manifiesta a través de un medio finito; la gramática, sin embargo, esta gramática no debe entenderse como una convención social sobre la forma correcta de escribir una oración (sujeto-verbo y predicado en la forma más tradicional), sino que debe comprenderse como el orden natural interno del leguaje compartida por todas las lenguas, que es biológica, innata y otorga a la naturaleza humana la capacidad de aprender cualquier idioma y que, a pesar de ser finita, nos permite hacer un uso creativo infinito del lenguaje.
En tanto que el lenguaje E se refiere a la manifestación externa del leguaje que es posible gracias a los elementos sensoriomores. Esta acción es la generación más débil del lenguaje porque, Chomsky, contrario a otros autores, no identifica a la comunicación con un corpus de datos infinitos, por tanto, la exteriorización es un proceso secundario, por tanto, la comunicación es un proceso periférico del lenguaje I, por lo tanto.
La Propiedad Básica, entonces, se refiere a un lenguaje-pensamiento con una interfaz conceptual-intencional que no responde al orden externo del lenguaje. Chomsky rompe así con el esquema comunicativo al afirmar que el lenguaje que se exterioriza es muy poco en relación al lenguaje I, por tanto, el mayor uso del lenguaje es interno, pensamos más de lo que hablamos.
Chomsky asegura que “es prácticamente un dogma que la función del lenguaje es la comunicación” (p. 39), incluso va más allá al afirmar, y en esto estoy totalmente de acuerdo, que “aunque al término comunicación se le ha privado en gran medida de significado sustantivo y sea utilizado como un término general para referirnos a diversos tipos de interacción social, sigue siendo una parte secundaria del verdadero uso del lenguaje” (p.40).
De esta forma, el dogma sobre el cual se ha construido la ciencia de la comunicación carece de bases, incluso, sería falso. Y más aún, al ser el lenguaje un instrumento biológico del pensamiento, está diseñado de manera óptima para esa función y no para la exteriorización, por lo tanto, la naturaleza misma de su diseño provoca dificultades para llevar a cabo la comunicación debido a que la eficacia comunicativa es sacrificada a favor de la eficacia computacional (estructura interna) del lenguaje.
Si bien en estas líneas sólo es posible abordar de manera parcial la propuesta de Chomsky, lo que podemos concluir es que quienes nos dedicamos al estudio de la comunicación como ciencia sabemos y entendemos muy poco sobre lo que llamamos “comunicación”, hemos abandonado la idea de hacer comprender nuestro objeto de estudio y nos conformamos con teorías explicativas que podamos comprender, lo que nos lleva a perdernos en cuestiones como los efectos, los sistemas informativos, las tecnologías de la información, la interacción social y hasta la ingeniería, pero olvidamos la investigación filosófica y epistemológica del concepto dejando esa tarea en manos de otras ramas científicas.
Parece que hemos llegado a un límite de conocimiento sobre el campo de la comunicación, arrojamos propuestas que dan vuelta sobre los mismos preceptos, quizá ya es tiempo de hacer uso del lenguaje creativo para encontrar nuevas rutas que nos permitan superar el problema al que nos enfrentamos. ¿Qué estamos poniendo en común?
REFERENCIAS
Chomsky, N. (2019). ¿Qué clase de criaturas somos? Ariel.
H. Laswell (1948). The structure and function of communication in society. Recuperado de Microsoft Word - sayı 24 19 eylul bitti (jlu.edu.cn)
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