Los niños no son el futuro ni el presente de las naciones; los niños son las víctimas del destino al que los hemos atado. Funciona muy bien en los discursos decir que el modelo educativo actual va a permitir a los niños tener “un mejor futuro”, reducido a la idea de escala económica que, por decir algo, se puede lograr de muchas otras maneras que no necesariamente atraviesan por la escuela.
Resignificar el “mejor futuro” es la base para generar una reforma educativa que vaya orientada al desarrollo de capacidades, apertura de oportunidades y la libertad para que los niños puedan diseñar ese futuro con base en sus sueños y necesidades y cuyo objetivo no sea la acumulación de conocimientos, sino liberarlos de un destino que puede cambiar.
La educación como práctica de la libertad como lo propone Paulo Freire (2011), sin embargo, la experiencia negativa que sufrió Freire cuando estuvo al frente del ministerio de educación del municipio de San Pablo, Brasil, nos retrata que la complejidad y rigidez del sistema burocrático y político no permite, desde dentro, implementar las transformaciones estructurales y pedagógicas que la enseñanza escolarizada requiere.
Si Paulo Freire no pudo ¿quién podrá? Quizá la respuesta no está en un hombre sino es un conjunto de comunidades unidas para repensar la educación desde sus propios procesos históricos y problemáticas comunes, análisis encaminados a eliminar la exclusión y combatir la opresión. Aun así, la experiencia de Freire como funcionario público es muy valiosa porque nos enseñó que no se trata de intentar cambar el sistema escolar, esa es una tarea titánica y casi imposible porque atraviesa por los intereses políticos, sindicales y económicos de quienes forman parte de él, por lo que hay que buscar caminos alternativos de contraste y no de confrontación.
La participación activa y crítica que promovió Freire para una revolución educativa que, desde nuestra reflexión, debe darse fuera de las aulas, con un trabajo directo con los niños y en involucramiento directo con su comunidad construyendo un camino paralelo que irrumpe el sistema educativo desde de la base como una verdadera práctica de libertad.
No queremos pecar de ingenuos ni de idealistas, si luchar contra el sistema es difícil, trabajar fuera del sistema es doblemente complicado, sabemos que una propuesta como esta también se enfrenta a varios obstáculos a vencer, por ejemplo:
1.- La resistencia al cambio: Todo proceso de transformación se enfrenta a resistencias naturales, por lo que debemos iniciar con la conciencia de que el cambio será lento y gradual. Convencer a las familias, a los niños, a las comunidades y a los sectores de poder que existen métodos alternativos de educación al sistema escolar tradicional será objeto de críticas, por lo que el trabajo comunitario requerirá de gran esfuerzo para pasar estas barreras.
2.- Capacitación de personal: Hay que recordar que los responsables de la educación como los profesores, pedagogos, académicos y docentes, también fueron formados en el sistema educativo tradicional y están capacitados para ejercer su labor bajo esos mismos parámetros, por lo que el proceso de desaprender-aprender-interiorizar-aplicar, también es un trabajo que se debe llevar a cabo por los responsables de guiar a los pequeños.
3.- Falta de recursos materiales: La implementación de programas para educación para la libertad, y para cualquier otro proyecto, necesita de recursos materiales mínimos para llevarse a cabo; capacitaciones, materiales pedagógicos, espacios de reunión, etc., son cuestiones que generan gastos que, por lo que la búsqueda de fuentes de financiamiento es quizá el mayor de los retos.
4.- Acompañamiento colaborativo: Los programas de educación para la libertad necesitan de la colaboración y participación de las comunidades en las que impactan, motivar a la población a involucrarse de forma activa y crítica es otro de los ejes de acción que más trabajo requiere.
No sabemos si nosotros podremos cambiar el sistema educativo, pero lo tenemos que intentar, porque, con todo esto, sabemos que los proyectos de educación para la libertad son posibles y fáciles de llevar a cabo si se cuenta con el apoyo de personas y colectivos que también estén convencidos y comprometidos con la idea de que el destino de los niños puede y debe cambiar.
REFERENCIAS
Freire, P., & Ronzoni, L. (2011). La educación como práctica de la libertad. SIGLO XXI Editores.
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