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EDUCACIÓN, COVID Y ALIANZA DE CLASES

Somos un centro de investigación y análisis de comunicación para la reflexión, discusión y generación de propuestas para el bienestar mediante la creación de conocimiento práctico que abone al diseño de mejores políticas públicas.


Por Iveth Serna


La educación escolarizada es uno de los temas sobre los que más atención se ha puesto durante la pandemia de la Covid-19. La educación a distancia hizo develó las carencias institucionales y pedagógicas de nuestro sistema educativo nacional, pero también, evidenció que el análisis de la realidad a través del sistema de clases aún está vigente.


La diferencia de oportunidades de acceso a una educación de calidad o la llamada brecha tecnológica han sido temas altamente analizados y criticados, sin embargo, muy poco se ha hablado del modelo educativo vigente y cómo éste responde a las necesidades de los procesos socioeconómicos y políticos de nuestro país.


Para Louis Althusser la educación, como institución, es parte de los aparatos ideológicos del Estado, cuyo papel es implantar y reforzar la ideología dominante que beneficia a los intereses de la burguesía en control de los medios productivos.


Sin embargo, para Aníbal Ponce la función de la educación va un paso más allá de la simple fijación del propósito de clase que le corresponde mediante la separación de las fuerzas mentales y las fuerzas físicas; la conciencia de clase no solo tiene que ser erradicada, sino educada, es decir, el objetivo es evitar que los hijos de la clase trabajadora, de la pequeña o de la gran burguesía, sean un elemento de conciencia revolucionaria.


Este fenómeno explicaría porque la clase trabajadora refleja una mentalidad burguesa y lo lleva, incluso, a defender los intereses de la clase inmediatamente superior como si fueran propios, es por ello, dice Ponce, que ni los estudiantes, ni los maestros, ni las escuelas son los sujetos históricos de cambio, pues su sujeción ideológica les impide estar a la vanguardia de la transformación social.


La tarea de la escuela se limita a diseñar programas de estudio que formen la mano de obra física e intelectual que se ajustan a las necesidades del mercado, pero también se convierte en un aparato opresor para, en palabras de Ponce, formar pueblos mansos y resignados, respetuosos y discretos para quiénes los amos tienen siempre razón. Desde esta perspectiva, aún el más alto ejecutivo de una trasnacional sigue perteneciendo a la clase trabajadora para los dueños del capital, también está enajenado y quizá aún más que el obrero o campesino.


Si antes la hegemonía pedagógica se sustentaba en los programas educativos, con la aparición del coronavirus, las llamadas barras educativas despojaron de la función pedagógica a los docentes y con la ausencia de objetivos formativos generales se liberaron de la carga de revestir a la educación con el ideal de la justicia social.


Nuestro sistema educativo va dando “palos de ciegos” sin más objetivo que cumplir con las obligaciones sociales que el Estado tiene con los padres sacrificado el proceso pedagógico de aprendizaje. Lo importante es que parezca que el Estado sigue cumpliendo con su función educativa sin importar lo que hay detrás de cada video, audio o fotografía que se entrega como evidencia que los padres de familia envían para que parezca que cumplen con su responsabilidad parental; en este juego de adultos ególatras en función del mercado, los niños y el estrés al que están sometidos no le importa a nadie, el sufrimiento escolar parece la nueva normalidad educativa.


Anibal Ponce podía ver luces de optimismo en las tinieblas de la explotación capitalista, en su obra Educación y Lucha de Clases, dice que la escuela puede ser una institución de transformación y vanguardia política que logre establecer una nueva correlación de fuerzas y alianza de clases.


Visto desde este ángulo, el contexto de la educación a distancia nos ofrece una oportunidad para romper la base del sustento de la sociedad de explotación, pero ello requiere un gran compromiso de los padres de familia para ver en la educación no formal una herramienta de liberación nacional.


El tiempo que los niños y sus padres pasan en casa es una oportunidad para transmitir conocimientos y saberes no institucionalizados que respondan a los intereses de la clase laboriosa de la sociedad. Es una oportunidad para formar niños y adultos con conciencia de clase para sí, para su comunidad y no para los dueños del capital.


Ya que el Estado ha dejado gran parte de la responsabilidad de la educación en las manos de los padres de familia y que el modelo de la escuela como institución está perdiendo fuerza simbólica, deberíamos dejarnos de preocupar tanto por la educación formal y aumentar esfuerzos en compartir a nuestros niños saberes que les den las bases para la construcción de comunidades fuertes y resilientes.

 

Iveth Serna publica todos los sábados en este medio.


Periodista, maestranda en comunicación organizacional y diplomada en Marketing Digital.

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