William de 43 años es de nacionalidad guatemalteca, es soltero y estudió hasta la secundaria. Desde hace tiempo, tenía la intención de migrar a Estados Unidos, sin embargo, a raíz de un problema con personas involucradas con el narcotráfico su deseo se convirtió en obligación.
En su país de origen, William se desempeñaba como carpintero y albañil, le gustaba su oficio a pesar de reconocer que le pagaban poco. El exilio obligado lo llevó a cruzar la frontera sur de México en donde buscó trabajo y lo encontró en una ranchería en la que recibió un trato explotador.
Después de un tiempo, continuó su viaje hasta llegar a la Ciudad de México en donde encontró un albergue y apoyo para regularizar su situación como refugiado. Durante su estancia por la capital, William relata que los refugiados se enfrentan a múltiples violaciones a sus derechos humanos. La extorsión, el secuestro, la falta de información y la xenofobia, son algunas de las transgresiones que los vulneran por lo que, visibilizar su situación es urgente desde una mirada de respeto, empatía y solidaridad.
Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) refiere que cada minuto, veinticuatro personas lo dejan todo para huir de la guerra, la persecución o el terror. El organismo precisa que existen varios tipos de personas desplazadas por la fuerza a las que se les reconoce como: refugiados, solicitantes de asilo, desplazados Internos, apátridas y retornados. Sea cual sea la categoría, los refugiados son seres humanos que merecen reconocimiento.
La historia de William es tan solo una entre millones en el mundo. La cifra de desplazamientos forzosos de acuerdo con la ONU alcanzó un récord el año pasado al crecer a casi 80 millones de personas. Este número supone casi el doble de la cantidad de personas en crisis registrada hace una década que se refugió a pesar de la contingencia por la COVID-19 y del cierre de fronteras.
Como respuesta a esta situación, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) lanzó una campaña que tiene como propósito mostrar el lado humano de la situación de los refugiados porque la realidad es por demás compleja. Las personas refugiadas no solo se enfrentan a la violencia y a la discriminación en su país de origen sino también en los lugares por los que transitan, en el país de destino o de retorno temporal.
Por ello, el Día Internacional del Refugiado siempre será un buen momento para promover la inclusión de los grupos más vulnerables e ignorados. Es una oportunidad de ser voz para ellos y para no ser indiferente ante el otro.
Nadie merece que se violenten sus derechos y más allá de la raza, el color de piel, la nacionalidad o las causas del desplazamiento -constructos sociales equivocados- se debe apostar por la igualdad.
En ese sentido, La encíclica Laudato Si, del Papa Francisco, sobre el cuidado de la casa común, es un llamado a la búsqueda de un desarrollo sostenible integral, una invitación a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta en donde historias como la de William se puedan resignificar y donde el migrar sea por opción y no por obligación.
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Referencias
Día Mundial del Refugiado 2021. UNHCR-ACNUR. Obtenido de UNHCR-ACNUR: https://www.acnur.org/60a808cb4
La cifra de desplazados en todo el mundo se dobla en apenas diez años. (2021). Naciones Unidas. Obtenido de Naciones Unidas: https://news.un.org/es/story/2020/06/1476202
Padre, F. (2015). Carta Encíclica Laudato Sí. Vaticano.
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