¿Qué tan vinculados estamos en México con el deporte? Vida sedentaria, presión, obesidad, mala alimentación y enfermedades cardiovasculares: pésima combinación que es parte de la realidad contemporánea en la que además no hay tiempo ni disposición para dedicarlos de manera consistente a la ejercitación.
De acuerdo con datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) el mexicano hace poco ejercicio. Según los resultados del Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico (MOPRADEF), publicado por la citada institución, únicamente el 39% dijo estar activa físicamente (INEGI, 2022).
Actividad ligada hoy en día al mundo del ocio y el entretenimiento, la práctica deportiva tiene su propio ámbito como parte fundamental del desarrollo integral de la persona coadyuvando al mantenimiento de la salud. Manera de conceptualizar al deporte que se heredó de la Grecia clásica quienes lo consideraban como una actividad lúdica que resultaba fundamental para que las personas pudieran mantenerse saludables.
Higiene, medicina, ética y estética que además se vincularon con el arte hace 25 siglos. De igual manera, lo físico ocupaba un lugar fundamental en la educación de niños y jóvenes debido al respeto que se requiere en su desarrollo y a los valores, normas y técnicas que involucra, todas ellas enlazadas con el mundo civilizado.
Escenario en donde lo importante no era ganar sino competir, lo cual choca con los ideales del mundo actual que no contempla espacio para los perdedores. Contexto habitado por individualidades que se integran a los equipos siempre y cuando se les asegure poder llegar a ser un Lionel Messi o Cristiano Ronaldo. Entonces lo que tenemos es una pálida sombra de la actividad deportiva que se transforma en el entorno de un universo construido desde el marketing.
Un ejemplo curioso lo constituye la cultura sneaker, que es paradoja en el que el calzado deportivo pierde su valor simbólico que lo tendría que ligar al deporte y se convierte en moda y mercancía que llega a alcanzar valores inimaginables. Tenis que son signo desligado de su entorno natural y que se enlaza con los dioses manufacturados en los olimpos postmodernos: Jordan, LeBron James, Shak O Neal figuras que representaron la excelencia deportiva pero que devienen en producto comercial que se vende (y revende) debidamente producido a manera de tenis. Prenda que es artículo de lujo y que es adquirido por la comodidad que proporciona y porque liga al portador (la mayoría de las veces desde el rol de espectador) a entornos diversos que van del básquetbol y la patineta al hip hop.
Deporte que es espectáculo súper poblado de espectadores más que de deportistas. Actividad emparentada al desarrollo de una postmodernidad líquida en donde la emergencia del deporte-espectáculo se popularizó a la par de los salones de belleza, en el que, explica Zygmunt Bauman, (2007, p.18) “surge en parte de preocupaciones existenciales, y el uso de productos de belleza no es un lujo. Por temor a ser descartados por obsoletos, tanto damas como caballeros tiñen su cabello, mientras que los cuarentones se dedican a hacer deporte para mantenerse delgados”.
Menos de la mitad de los mexicanos emprenden alguna actividad física real, y aquí la pregunta importante estaría enfocada a conocer las razones que impide a los mexicanos ejercitarse. De acuerdo a INEGI (2022) las causas principales son, sobre todo, la falta de tiempo, cansancio por el trabajo y problemas de salud. Posibilidad de vincularse a alguna actividad física que queda anulada ante un mundo en el que se valora la búsqueda desenfrenada de la productividad y por ende los intereses y necesidades de los trabajadores quedan marginados.
Sistema de producción pleno de exigencias, salarios bajos y largas jornadas laborales. Marcas que gastan millones en el patrocinio de eventos y de equipos profesionales, pero solamente algunas tienen la empatía suficiente para generar oportunidades para el desarrollo actividades ligadas al deporte entre sus trabajadores al interior de sus empresas. Valga también el reconocimiento para quienes, a pesar de las circunstancias descritas, buscan la ocasión para dedicar parte de sus rutinas diarias a la realización de alguna actividad que los mantenga en forma.
Paradoja en donde somos plenamente conscientes de la necesidad de emprender la ejercitación lo cual se dificulta cuando se genera en un contexto socioeconómico en el que el deporte es la última de las prioridades, aunque en las diversas campañas de difusión referente a la práctica deportiva se nos diga lo contrario. Estructura en la que en realidad el adiestramiento es importante si existe lucro, consumo o bien se practique en entornos que no interfieran con la vida laboral.
En tal sentido las políticas públicas ligadas a lo deportivo se reducen a medidas llenas de buenas intenciones. Paseos ciclistas, gimnasios al aire libre, clases de boxeo en algunos bajo-puentes de la Ciudad de México. Esfuerzos que se pierden si no van acompañados de un serio replanteamiento de la vida laboral en el que se entienda que el tiempo de permanencia en la fábrica u oficina no asegura la obtención de altos índices de productividad.
Debemos entender que en el modelo de vida que llevamos las oportunidades para el deporte, el arte o la ciencia están concentradas en un pequeño grupo de personas que tienen el dinero, el tiempo y la disciplina suficiente para emprenderlo. Oportunidad truncada para la consecución del bienestar y de la salud a través de la dedicación a alguna actividad física de manera constante y lúdica. Capitalismo salvaje en donde la mente sana y el cuerpo sano es nada más moneda de cambio que acaso alcanza para poder adquirir los tenis y sudaderas de moda.
REFERENCIAS
Bauman,Zygmunt. 2007. Vida de Consumo. México. Fondo de Cultura Económica.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía. 2022. Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico 2021. Consultado el 130222 en la página https://www.inegi.org.mx/app/saladeprensa/noticia.html?id=7111
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