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DEL FUNDAMENTALISMO AL ENCUENTRO

Somos un centro de investigación y análisis de comunicación para la reflexión, discusión y generación de propuestas para el bienestar mediante la creación de conocimiento práctico que abone al diseño de mejores políticas públicas.


“…quien se siente portador de una verdad absoluta

no puede tolerar ninguna otra verdad,

y su destino es la intolerancia”

Leonardo Boff.

Por Eduardo A. Carrasco-Gómez

El siglo XXI irrumpió en la historia el 11 de septiembre de 2001 con el derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York; más allá de los responsables, el hecho alentó que los fundamentalismos de todas las partes cobraron vigor, por lo que podríamos decir que este siglo se ha caracterizado por el fundamentalismo.

Enarbolando banderas nobles como la familia, la verdad, la buena intención, la paz, la democracia, la justicia, la libertad y dios mismo –normalmente sin explicar que se entiende de esto—, la intolerancia descalifica a la otredad, esencialmente motivada por el temor; es el miedo el que crea al enemigo.

El fundamentalismo no sólo enarbola banderas nobles, sino que también descalifica a quien considera su adversario, individual o colectivo, con un discurso simplificado, caricaturizándole como al mismísimo demonio y la fuente de todos los males presentes y por venir.

Si bien hay fundamentalismo en múltiples subsistemas religiosos, es evidente que la totalidad de sistemas tienen su respectivo fundamentalismo que articula en diferentes momentos y espacios articulando con otros fundamentalismos; nos referimos a la cultura, la ciencia, la política, el arte y desde luego, a la economía.

En el caso del neoliberalismo, su fundamentalismo asume al mercado como único rector legítimo; con sus indicadores, sus valores como la “libertad” y con el resto de sus propios subsistemas ha visto históricamente al Estado como el adversario de la libertad, debido a las regulaciones y particularmente al cobro de impuestos.

A su vez, el sector estatista considera que al sujetar todas las relaciones sociales al intercambio comercial, se evidencia la falacia de la libertad en el sistema neoliberal, por lo que se hace inevitable la regulación que fomente la igualdad de oportunidades.

El intento de concilio entre neoliberalismo y estatismo propuesto por Keynes ha derivado en una escuela de pensamiento que se autodenomina neokeynesianismo y que básicamente propone un equilibrio entre el mercado y el Estado.

Sin embargo, las tres grandes propuestas son limitadas y están en deuda, especialmente en la administración del tiempo, “en el largo plazo, todos estaremos muertos” destacó este autor, por lo que la justicia, y especialmente la justicia económica, debe ser expedita.

En este contexto, Leonardo Boff, en Fundamentalismo: la globalización y el futuro de la humanidad (2002), señala que “los medios tienen el poder de presentar los elementos más luminosos de una cultura”, al tener el poder, los medios también tienen la responsabilidad de presentar esta luz, no sólo la oscuridad.

Centrar la atención mediática en la polarización, los mensajes estridentes y la confrontación es acaso una determinante lucrativa o una obligación informativa, sin embargo la contextualización de la información es indispensable para la mejor comprensión de la misma; además de tener el deber de enriquecer con información complementaria sobre los aspectos luminosos de cada sistema.

Boff nos reta a reconocer que “el fundamentalismo no ha de ser una expresión exclusivamente negativa, porque hay en él aspectos positivos que conviene rescatar. Cuanto más ahondamos en los fundamentos (…) tanto más nos encontramos con la dimensión liberadora, con la solicitud para con los pobres, con el respeto a toda persona y la veneración a la naturaleza”.

Siguiendo el hilo conductor de Boff, acaso el reto sea dejar de ver al otro como enemigo, tomar la iniciativa del encuentro con confianza, en convivencia, renunciando a toda pretensión de superioridad o privilegio, para comprenderlo con disposición y procurando la armonía en la diversidad.

El filósofo brasileño poetiza “si espesas son las tinieblas que abaten sobre nuestros espíritus, mayores son aún nuestras ansias de luz”.

 

Eduardo Carrasco Gómez publica todos los jueves en este medio.


Eduardo Carrasco Gómez es teólogo y licenciado en comunicación, profesor invitado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

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