DE VUELTA A LA COTIDIANIDAD
- José Luis Flores Torres
- 10 ene 2022
- 3 Min. de lectura
De acuerdo con Lalive (2008, p. 10) “en todas las culturas, y en todos los momentos las sociedades han distinguido y jerarquizado todos los tiempos”. Es decir, para los pueblos, siempre han existido fechas importantes, dignas de ser datadas. En tal sentido entender la vida cotidiana, significa colocar su dinámica en esos momentos rutinarios, aparentemente no lo suficientemente importantes, pero en donde en realidad el ser humano construye su existencia.
Al final de esta época navideña entramos inevitablemente en un proceso de reincorporación a lo cotidiano y, como diría Serrat (1970) “con la resaca a cuestas, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas”.
La vida cotidiana estaría conformada entonces por un entorno de relaciones que se construyen en un contexto en el que desde la niñez los sujetos van adquiriendo conciencia de todo aquello (real y simbólico) que conforma sus haceres (con sus límites y posibilidades) e incluso del papel que ellos mismos estarían jugando dentro ese entorno (y de las probabilidades que tiene de aceptar o rechazar tal rol) que conforma aquello que se llama vida.
Existencia que rompe su normalidad de manera consensuada en momentos determinados para dar paso a lo que podríamos llamar acontecimientos, en el que está permitido el quebrantamiento momentáneo de los roles y rutinas, a condición de que tal cisma no ponga en peligro la estructura del sistema y de que pasado tal periodo, la rueda vuelva a girar de la manera en la que lo había estado haciendo.
Ubicar lo cotidiano implica una labor de jerarquización, valorización y negociación en donde la gente tiene una idea más o menos clara de la distinción entre cotidianidad y acontecimiento y de que las rupturas son sólo temporales. Conciencia que es una forma de situar la cotidianidad en un contexto en donde todo parece tener una lógica que necesita ser recobrada para asegurar la sobrevivencia del sistema.
Tendríamos que agregar que la cotidianidad de las personas, está ligada a prácticas del mundo social (que es al mismo tiempo cultural) y del mundo natural, ampliamente reconocidas y poseedoras de significados, vinculadas a estructuras de poder, valoración, diferenciación y jerarquización.
No obstante, pensar en lo cotidiano desde lo simple y/o a-histórico es en muchos sentidos erróneo. Así, desde la investigación social tenemos que empezar a observar, analizar e interpretar la vida de las personas como poseedora y generador de entornos significativos, pues la gente tiende a problematizar lo aparentemente trivial de un acto cualquiera. Como lo señala Elías (1989 p. 150), “la configuración del comportamiento cotidiano no pierde por entero su significado en cuanto que instrumento de diferenciación social”.
Sólo podemos tener un significado del acontecimiento desde la cotidianidad, en donde las personas pueden ser conscientes de la importancia de haber vivido ese momento disruptivo y de las repercusiones y consecuencias de este. Por ejemplo el impacto de la llamada cuesta de enero será mayor o menor, de acuerdo a los roles, jerarquías y clase social que ocupen las personas en la estructura en la que se inserta su existencia.
Vida cotidiana que es condición fundamental del sistema, entorno que nos define y que caracteriza lo que somos y el papel que jugamos (social e individualmente), espacio en el que se hace evidente el sentido común y que permite situarnos entre el acontecimiento y la rutina, es decir, entre la vida y la muerte.
REFERENCIAS
Elías, Norbert. 1989. El proceso de la civilización. Fondo de Cultura Económica. México.
Lalive D’Epinay, Christian. 2008. La vida cotidiana: Construcción de un concepto sociológico y antropológico. Revista Sociedad Hoy, núm. 14, 2008, pp. 9-31. Universidad de Concepción. Concepción, Chile.
Serrat, Joan Manuel. 1970. La Fiesta. En Mi Niñez. Zafiro.
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