2020 y 2021 fueron años electorales importantes para varios países del mundo, los retos que el confinamiento pandémico supuso a la dinámica social impactaron a la lógica tradicional de las campañas políticas y del día de la elección, todas las expectativas fueron puestos en la cúpula político-electoral y en sus equipos de campaña, de quiénes se esperaba que superaran esta prueba con inteligencia, estrategia, creatividad e investigación.
Pero no fue así, “lo único que cambiará es que ahora se repartirán volantes con cubrebocas”, dijo un “estratega político” durante una conferencia de innovación electoral. Por otro lado, era previsible que las campañas robustecieran su estrategia de “aire”[1] y que las plataformas sociodigitales superaran la exposición en radio y televisión.
Lo que no se esperaba era la forma tan deficiente en la que se hizo, sin estrategia, y por estrategia debemos entender, investigación. El uso de las plataformas digitales para efectos de la comunicación política trae consigo retos de investigación para comprender las narrativas insertas en cada reda red sociodigital, la lógica de las comunidades y el juego de identidades (Flores; 2021).
Para ser justos, este periodo pandémico-electoral si generó nuevas investigaciones que exploraron alternativas de comunicación para sortear las restricciones de contacto entre los políticos electorales y los ciudadanos, sin embargo, estas innovaciones se dieron en el campo de la tecnología y la inteligencia artificial.
Para no extendernos, nos referiremos a una de ellas por las expectativas y las controversias que causó su uso en el área de la comunicación electoral. Conozcamos a Sophia, el robot más avanzado de Hanson Robotics y que, desde el nombre, está cargado de un fuerte simbolismo que lo coloca como un cuyo nombre ya está cargado de un simbolismo que lo coloca en un grado superior al nuestro, no solo es muy similar al humano, sino que, incluso, es más sabio que él, porque es capaz de procesar millones de algoritmos y datos a una velocidad que el cerebro humano no puede alcanzar.
Sophia, es llamada “la primera ciudadana robot del mundo” y embajadora de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que lo mismo da entrevistas en shows prime time que conferencias ante miles de personas, además, es utilizada para un proyecto de investigación que busca identificar las necesidades de comunicación intra e interpersonal con los usuarios.
Shopia fue utilizada en el proceso electoral español sin grandes logros, pero con una aceptación acrítica por parte de la clase política electoral que lanza algunas preguntas sobre los efectos que el uso de la inteligencia artificial para la propaganda y comunicación electoral traerán a las democracias.
Si bien es temprano para adelantar conclusiones, la psicopolítica digital del periodo pandémico nos deja ver que los actores políticos partidistas no dudan en utilizar cualquier tecnología que les prometa aumentar la penetración en el electorado, tener control del votante y maximizar triunfos, lo que tendría que hacerse en grupos interdisciplinarios de asesores de campaña, ahora se hace dentro de un laboratorio de alta tecnología.
“La inteligencia artificial representa la mayor potencia política de la historia, ya que se la convoca a personificar una forma de superyó dotado en una presunción de verdad que orienta nuestras acciones, individuales y colectivas, hacia el mejor de los mundos posibles” (Sandin, 2018, p. 96).
Desde el punto de vista de la comunicación, presunción de verdad de la que habla Sandin, jamás podrá ser superada, porque la complejidad del proceso del acto comunicativo es un radica en la intersubjetividad (Flores, 2021) que solo tiene significado dentro del concepto semántico en el que los participantes depositan sus cargas simbólicas.
Esta complejidad no puede ser replicada por un algoritmo, entendido como “un conjunto de instrucciones para poder obtener una solución a un problema determinado, dado ciertos datos de entrada y en un número finito de pasos” (Sontag & Tesoro. 1972, p.18).
Pretender que la tecnología supla el papel del político partidista o del político gobernante en un proceso de comunicación de primera importancia como la comunicación política y de sus diferentes ramas, entre ellas la comunicación electoral, es alarmante, ya sea mediante algo que parece muy cotidiano y democrático como las redes sociodigitales o algo más sofisticado y determinante como Sophia.
Cuando lo que está en juego en el proceso del acto comunicativo es la construcción del bienestar de una población o comunidad, la comunicación debe tender a la humanización y al entendimiento, no a la automatización y a la biotecnología.
El uso de estas herramientas, por mucho que nos quieran vender la idea, no garantiza que habrá un proceso comunicativo, con frecuencia ocurre lo contrario, son tecnologías que se usan para mandar información de forma jerárquica y vertical con la que se pretende generar una reacción, no crear consensos.
Salir a la calle, hablar con la gente reconociéndola como igual, compartir subjetividades, generar significados que nos lleven a un mejor entendimiento de la realidad, esperar un consenso y no un voto, una conversación y no un seguidor, parecen conceptos obvios, pero que, al menos en el campo de la comunicación político-electoral, serían una verdadera innovación.
__________________________________________________________________________________
[1] Se llama campaña de aire a la estrategia de difusión y propaganda a través de los sistemas informativos de comunicación: prensa, radio, televisión y redes sociodigitales.
REFERENCIAS
Torres, J. (2021). La comunicación y su misión de construir lo intersubjetivo. Recuperado de website: https://www.comunicacionparaelbienestar.com/post/la-comunicaci%C3%B3n-y-su-misi%C3%B3n-de-construir-lo-intersubjetivo
Sadin, E. (2018). La silicolonización del mundo. Argentina: Caja Negra.
Sontag, E.&Tesoro, J. (1972). Temas de Inteligencia Artificial. Argentina: Ediciones Prolam, S.R.L. Recuperado de http: //www.mit.edu.
Comments