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COMENZAR DESDE LA COTIDIANIDAD

Reflexionar en torno a cómo permear el bienestar desde la comunicación y viceversa, no es cosa sencilla. Sin embargo, una vía para hacerlo es desde la cotidianidad.


La cotidianidad es el día a día, pero su connotación va más allá de eso. Narrar un día en la vida de un individuo es obtener un cúmulo no sólo de información sino de prácticas culturales desde un espacio y tiempo indeterminado.


En estas prácticas culturales intervienen los niveles de comunicación que van desde la intrapersonal, la interpersonal, la comunicación en grupos pequeños, la comunicación pública (charlar y hablar en público) hasta la comunicación masiva.


Desde ahí podemos decir que lo cotidiano transita entre lo consciente y lo inconsciente. Al respecto, desde una perspectiva sociológica Michel De Certeau, Luce Giard y Pierre Mayol (2006 p. 5) identifican dos problemas que se abren a la investigación. El primero, la sociología urbana del barrio que privilegia datos cuantitativos y el segundo, las investigaciones eruditas de los folcloristas y los historiadores de la “cultura popular”.


Lo que plantean los autores es que, ya no se trabaja sobre objetos delimitados en el campo social de manera solamente especulativa (el barrio, la vida cotidiana…) sino sobre relaciones entre objetos, muy precisamente sobre el vínculo que relaciona el espacio privado con el espacio público.


Desde esa mirada De Certeau, Giard y Mayol (2006, p. 6) señalan que, la organización de la vida cotidiana se articula al menos en dos registros: 1. Los comportamientos cuyo sistema es visible en el espacio social como por ejemplo: la indumentaria, las palabras de cortesía, el ritmo de caminar entre otras y 2. Los beneficios simbólicos esperados que están arraigados en la tradición cultural del usuario que jamás están presentes del todo en su conciencia y aparecen de manera parcial, fragmentada, según el modo bajo el cual “consume” el espacio público.


En ese sentido, los sociólogos definen que, “el barrio es el espacio de una relación con el otro como ser social, que exige un tratamiento especial. Salir de casa de uno, caminar en la calle, es para empezar el planteamiento de un acto cultural, no arbitrario” (p. 11) El barrio aparece, así como un lugar donde manifestar un compromiso social, o, dicho de otra forma: un arte de coexistir con los interlocutores (vecinos, comerciantes, etc.) a los que los liga el hecho concreto, pero esencial, de la proximidad y la repetición.


Por lo anterior, se puede decir que las problemáticas que limitan el bienestar se pueden abordar desde lo micro social que es contrario al abordaje de los fenómenos sociales desde lo global. La globalización como fenómeno mundial ha sido el modelo al que se le ha apostado y si bien trae consigo beneficios como la desaparición de las fronteras y la inmediatez de la información excluye otras formas de organización local como las brigadas, comisiones o cooperativas que actúan desde la cotidianidad.


Es así que, la comunicación para el bienestar podría permear porque no sólo se queda en el nivel elemental de comunicar algo con la posibilidad de retroalimentación sino que propicia el diálogo y la organización en aras de lograr un beneficio común porque el bienestar es tanto individual como social, es objetivo y subjetivo. Es objetivo en cuanto al cumplimiento de normas y reglas que los ciudadanos deben cumplir para una convivencia cívica y es subjetivo porque cada individuo interviene desde su construcción social, llámese ideología, religión, creencias y formas de estar en el mundo.


Todo el tiempo transitamos entre lo objetivo y lo subjetivo por lo que, se puede apostar por el bienestar del grupo con acciones tales como reportar anomalías que afectan al barrio o la colonia, participando en las decisiones democráticas de manera informada y consciente, respetando a las personas mayores, abogar por la defensa de los derechos humanos, respetar los pasos peatonales, en fin… la lista es inmensa pero lo mejor es que se pueden llevar a cabo desde la comunicación y la cotidianidad.


Referencias


De Certeau, M., Giard, L., & Mayol, P. (2006). La invención de lo cotidiano, 2. Habitar, cocinar. Universidad Iberoamericana. Departamento de Historia Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.



 
 
 

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